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EDITORIAL

Y ahora una oleada de mala devaluación

martes, 6 de agosto de 2019

No hay razones estructurales para tolerar un dólar por encima de los $3.450, una tasa de cambio que dispara las exportaciones, pero pone en jaque todas las importaciones de materias

Editorial


La guerra de aranceles que libra Estados Unidos contra China y que obligó a los asiáticos a devaluar su moneda, el yuan, en cerca de 10%, ha causado estragos en los mercados emergentes. Solo el peso colombiano ha conseguido una peligrosa devaluación de 20% frente al dólar en menos de un año, situación similar que atraviesan las monedas de referencia en la Alianza del Pacífico. Las consecuencias no se hicieron esperar y esta primera semana de agosto se vislumbra como trágica para los mercados de valores en todas las bolsas del mundo que se tiñen de rojo. Nunca antes en la historia colombiana un dólar había alcanzado un valor de $3.450, cifra que delata una fuerte devaluación que beneficia las exportaciones de petróleo, café, flores y banano, entre otras, pero le pasa una millonaria cuenta de cobro a las importaciones de materias primas, como concentrado de alimentación. No podemos desconocer que el peso de los productos importados en la canasta familiar se cuenta en 18% y que esta mala ola devaluativa del peso tendrá graves repercusiones en la tasa de inflación del segundo semestre. En los últimos 12 meses, el peso colombiano se ha depreciado en promedio 20% respecto al dólar estadounidense, lo que se convierte en una mala situación para el primer año de Gobierno, pues el Ministerio de Hacienda y el Banco de la República deben entrar a evaluar si sale a vender dólares, un hecho que iría en contra de la idea de Hacienda de meter las utilidades del Emisor en los ingresos del presupuesto para el próximo año tasado en $271 billones. Lo primero que tenemos que hacer es un análisis muy pormenorizado que defina de dónde viene la pérdida de valor de la moneda. Esta depreciación súbita tiene dos características principales: el dólar estadounidense se ha apreciado con respecto a prácticamente todas las monedas emergentes por la última subida de tasas de la Fed, que inició el proceso de normalización de la política monetaria de Estados Unidos, subiendo la tasa de referencia del nivel de casi cero hasta su nivel de equilibrio de largo plazo, en torno a 2,25%.

Otras dos situaciones internacionales también han pesado en la devaluación del peso como son el precio del petróleo que ha caído por la sobreoferta de Estados Unidos y la desaceleración de la economía China. No obstante, el peso colombiano depende de las exportaciones que siguen siendo tasadas por el crudo; en pocas palabras estamos peligrosamente nuevamente expuestos a los precios internacionales del petróleo. Una depreciación en exceso, como parece ser esta, si se extiende por muchos meses sería ruinosa para las cuentas nacionales en términos de deuda externa que ya de por sí supera 50% del PIB. Si miramos la inflación, anotaremos que existe un riesgo inminente de afectar la formación de precios de la economía colombiana, que depende cada vez más de los productos importados. Ojalá esta depreciación sea temporal y no se extienda hasta finales del año, meses sobre los cuales se tenía la esperanza de que hicieran reputar un PIB que solo registra 2,8% en el primer trimestre, con la presión de que el año termine en 3,6%. En suma: la devaluación ha llegado y los retos son grandes para un Gobierno que está en deuda con los recortes al gasto público y en hacer repuntar el bajo desempeño de la economía con un desempleo creciente con 2,3 millones de colombianos en búsqueda de trabajo.

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