WhatsApp, Instagram y Facebook ¿unidos?

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Facebook integrará al servicio de mensajería las aplicaciones de Whatsapp e Instragram

En un extenso artículo en The New York Times y en una columna de opinión en The Wall Street Journal se develó una de las jugadas más esperadas, al mismo tiempo que temidas, en la industria tecnológica, líder de la cuarta revolución. Dicen los periódicos estadounidenses que a finales de este año o a principios de 2020, el fundador y primer ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, “quiere unificar la infraestructura de sus principales servicios de mensajería incorporando el cifrado de extremo a extremo a esas aplicaciones”. Versión que recoge el diario Expansión de España, de la Red de Periodismo Económico (Ripe), en la cual explican que “el objetivo es que Facebook Messenger, WhatsApp e Instagram compartan una misma infraestructura que permita, por ejemplo, que un usuario de Facebook pueda enviar un mensaje cifrado a alguien que solo tenga una cuenta de WhatsApp”. Sin duda, esta es una de las movidas más temidas en el mundo de la economía digital, desde que la empresa de Zuckerberg compró al exitoso sistema de mensajería, que no solo ha puesto en jaque a sus competidores, sino que le ha abierto un gran agujero a las empresas de telefonía.

Los influyentes periódicos estadounidenses aseguran que “los tres servicios mantendrían su uso como aplicaciones independientes”, una aclaración que busca apaciguar las investigaciones sobre el manejo de datos de los miles de millones de usuarios en todo el mundo. Un gran avance para garantizar privacidad fue “el cifrado de extremo a extremo que asegura que solo el emisor y el receptor de los mensajes pueden acceder a ellos”. La noticia cobra relevancia porque Facebook ha sido investigada por autoridades estadounidenses y europeas por el manejo a los datos de sus usuarios, además de la venta de los hábitos de uso de sus plataformas. Las implicaciones para los usuarios de una eventual unión de las formas de publicidad, puede revestir un riesgo en la creciente ola de desconfianza de las redes sociales y sus prácticas comerciales basadas en anuncios dirigidos con base en los hábitos de uso de las redes y de la misma interface, como es el teléfono inteligente. Está claro que el “santo grial” de la guerra por los consumidores digitales tiene que ver con los anuncios dirigidos en función de los intereses de los usuarios. El problema, señalan las publicaciones, es que las plataformas recogen información con base en las páginas que se revisan, y por supuesto, en los lugares que más detienen su atención. Todas las anteriores características mediáticas están ausentes en otros medios de comunicación que siguen siendo unidireccionales. Lo que quieren garantizar las oficinas de control y vigilancia de los Estados que se han interesado o comprometido con este novísimo tema, es asegurar que los usuarios no pierdan el control sobre la información. Es prioritario que no exista un mercado oscuro de venta de la información de las personas ni de sus hábitos, para lo cual es determinante que en todos los países existan autoridades capaces de garantizar esta suerte de utopía. Poco a poco las personas son más cuidadosas con los contenidos que se comparten, pero esa nueva actitud de consumo solo está emergiendo en países con regulaciones; en casos como el nuestro seguimos siendo gregarios no solo de las nuevas tecnologías, sino de los usos que le damos tanto a las redes sociales como a los teléfonos inteligentes.