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Evolución del salario mínimo
Para algunos economistas la guerra arancelaria, el problema del déficit y el incremento del salario mínimo del año pasado, han hecho que la inflación sea una de las más altas
Sobre la situación de la variación de los precios en Colombia cae bien el comentario de que en la inflación se valen dos enfoques: uno bueno y otro malo. Como siempre, es mejor saber lo malo para mirar si ello se contrarresta con lo bueno.
Son muchos los economistas de los centros de investigación y de la academia que creen que el decreto de incremento del salario mínimo para 2025 fue exagerado y que es uno de los culpables de que el costo de vida no baje como en otros países, lo que sumado a la guerra de los aranceles desatada por Estados Unidos y el inesperado déficit fiscal, ha hecho que Colombia tenga la tercera inflación más alta de la región, solo después de Venezuela y Argentina.
Y es que el pasado 24 de diciembre, el Gobierno anunció que el salario mínimo para este año quedaba en $1.623.500: un incremento de 9,53%, con que lo pasó de $1.300.000 a $1.423.500 sin auxilio de transporte, que quedó establecido en $200.000.
Dijo el Presidente, en su momento, que “el salario mínimo real en Colombia ha crecido entre un 30% y 35%, ya que en 2022, se aumentó 16% y en 2023, 12% y ahora 9,53%”, al mismo tiempo que advirtió que “tenemos que hacer un mayor esfuerzo el año entrante”, es decir, en unos tres meses cuando el tema se ponga de moda. El Banco de la República ha hecho un buen trabajo con mantener el control de la inflación, tal como se lo impone la Constitución y lo ha hecho manejando las tasas de interés que en este momento están en 9,25% cuando la inflación se ubica en 4,90%; lo ideal siempre será que la inflación esté dentro del rango del Emisor de entre 2%y 4%, y que las tasas estén levemente por encima, no siempre al doble de la variación de precios anuales. La llamada expectativa de crecimiento de los precios está vinculada a las alzas de los ingresos de las familias.
El adagio popular de que los precios suben por el ascensor y los salarios por las escaleras se puede aplicar todos los eneros, solo un mes después del incremento del salario mínimo, cuando las alzas en los combustibles, el transporte, la salud, la educación y los alimentos se reajustan basados en el incremento del mínimo convirtiéndose en una fuerza inflacionaria. Es una de las explicaciones de que en Colombia la variación de los precios esté sin control y que el Emisor lleve casi un lustro sin lograr la meta de inflación.
Es un imperativo que la discusión del incremento del salario mínimo se vuelva más responsable, menos populista, que es mejor tener unos ingresos estables y valiosos en el tiempo, que una inflación siempre desbordada, que dicho sea de paso, siempre golpea más fuerte a las personas de más bajos ingresos, quienes compran menos bienes y servicios con el mismo dinero. Hay que volver a que la discusión no sea política, sino ortodoxa, en la que la inflación esperada o meta sea el derrotero y no la cumplida; en donde la productividad sea el verdadero objeto de deseo que determine la discusión, incluso que se haga por sectores, por regiones o por horas.
El problema crónico del país es que la discusión del mínimo es política, populista y muchas veces se torna irresponsable, en la que los actores se sientan en una mesa de ganadores y perdedores y no se concilia en una cifra con la que ganen todas las familias. Muchas veces más es menos, y eso se aplica en las discusiones salariales basadas en el peso de la inflación.
Mientras el Presidente dice que la inflación se controla no especulando con el gas y reduciendo la tasa, el Emisor cree que una alza inusual del mínimo dificultará reducir la inflación
Al menos, al final de este año, el ritmo con que camina en los mercados la inteligencia artificial es lento lo que genera muchas expectativas frente al impacto en la economía global
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