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Los frentes que abrió Trump la semana pasada
Aranceles de 50% a la Unión Europea desde el 1° de junio es la nueva jugada de Estados Unidos con la que busca mejorar el déficit, pero ante todo hacer más competitivos sus productos
Como van las cosas, Donald Trump puede ser rotulado como el “gran proteccionista”, ha vuelto a agitar su bandera arancelaria, tal como lo hizo el Día de la Liberación, el pasado 2 de abril, cuando reveló el tablero de los nuevos impuestos a los países y los productos que llegan al mercado estadounidense.
Al final de la semana pasada, le apretó las clavijas a los países de Europa con un arancel de 50% para sus productos desde el 1° de junio, anuncio que volvió a teñir las bolsas de valores de rojo, es un hecho elocuente que casi todas las empresas que cotizan en los mercados secundarios tienen como nicho principal el motor de la economía mundial, y literal, cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría.
Hoy es Memorial Day y pocas cosas pasarán, pero el temor sobre nuevas sanciones a países y a empresas estadounidenses, como Apple, está sobre la mesa y las tensiones están más que servidas al entrar al último mes del primer semestre del año.
Desde su llegada a la Casa Blanca en el pasado febrero, el presidente Trump no se ha medido ni un segundo para tratar de nivelar el terreno comercial que Estados Unidos tenía con otros países y su estrategia de negociación se ha hecho más que evidente, método que no es nuevo y que reveló hace casi 40 años en su ahora popular libro ‘Trump: el arte de la negociación’, (Grijalbo, 1988), escrito por el Presidente y Tony Schwartz.
Desde ese momento planteaba que su mejor manera de alcanzar los objetivos en las negociaciones es apuntar muy alto y disparar cuantas veces sea necesario para lograr el objeto; otra manera de plantearlo es que hay que hacer ofertas concretas, sin devaneos, precisas, para que el negocio gire en torno a sus propuestas.
No se puede olvidar que una vez fue elegido puso en cintura a sus socios económicos más importantes: Canadá, México y China, a quienes sentenció que les iba a ajustar los aranceles; a los europeos los asustó con anexar a Groenlandia y a los latinoamericanos en retomar el Canal de Panamá, además de hacer deportaciones masivas por motivos de seguridad nacional.
Con China y Europa ha sido especialmente duro al negociar y está logrando sus objetivos, lo único complejo es que no se sabe cuál es el real arancel que fijará Estados Unidos y que no dañará a los consumidores.
Trump apunta siempre muy alto para seguir disparando como reza su arte de negociación; ese 50% para los europeos puede ser 25% o 20% en la realidad, no se sabe y poco le importa al mandatario porque los empresarios y los gobernantes, del literal Viejo Continente, no saben cómo negociar con el Presidente americano.
En el caso colombiano, el gobierno Petro debe caminar muy suave en estas relaciones porque el grueso del comercio colombiano se hace con Estados Unidos y el palo no está para hacer cucharas.
La balanza comercial de Colombia con Estados Unidos es deficitaria, ha registrado déficit de unos US$2.000 millones y lo mejor es esperar a que las aguas comerciales se calmen para no hacer jugadas que puedan afectar a los cafeteros, a Ecopetrol y a muchos vendedores de flores y frutas.
Son muchas las ventanas abiertas que tiene por ejecutar el Presidente de Estados Unidos: Harvard, Apple, Europa, lo que le impone a Colombia un rol de prudente silencio en estos momentos en los que al creciente negocio del narcotráfico puede ser un argumento para descertificar o sancionar una economía sin grado de inversión.
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