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Tributaria, inflación, tasas de interés, grado de inversión y crecimiento económico son los cinco asuntos dorsales y retos para el arranque del Gobierno del Presidente Petro
Solo una docena de ministros han ocupado la cartera de Hacienda desde 1990, un par de ellos han repetido al frente de las finanzas del país: Alberto Carrasquilla y José Antonio Ocampo y otros dos fallecieron recientemente, Roberto Junguito y Guillermo Perry. Todos ellos hacen parte de un selecto grupo de economistas -la mayoría con doctorados de ivy league- que han llevado a la economía colombiana al lugar en donde está, una de las que más crecen en la región y la que mejor enfrentó los problemas derivados de la pandemia. Con buen ojo, el presidente electo, Gustavo Petro, se ha inclinado por el nombre de Ocampo para que no solo haga el empalme económico con el gobierno saliente, sino que tome las riendas de las finanzas públicas que tiene entre sus temas dorsales combatir la inflación, recuperar el grado de inversión, morigerar las tasas de interés, asegurar el crecimiento del Producto Interno Bruto y sacar adelante una reforma tributaria estructural que le garantice a la nueva administración nacional los recursos para ejecutar el plan de desarrollo en ciernes.
Al nuevo Ministro de Hacienda le dieron una licencia por 18 meses en la Universidad de Columbia en donde es profesor emérito, tiempo de oro para ayudar a pintar la hoja de ruta de aquí a 2026, basado en su experiencia como exministro de Agricultura, director de Planeación, codirector del Banco de la República, secretario de la Cepal, y lo que no es menor, el colombiano que ha ocupado el cargo más alto en la ONU, sin pasar por alto que es el mejor economista, el más reconocido de la historia colombiana y altamente citado por los académicos.
Lo más sensible de la tarea que Ocampo tiene por delante en su vieja-nueva cartera, es aclarar los pilares fundamentales de la nueva reforma tributaria, iniciativa que es un imperativo fiscal y que fue manoseada por uno de los asesores económicos de la administración entrante, quien encendió las alarmas sobre la ampliación de la base tributaria, monto a recaudar e impuesto al patrimonio, comentario suelto que flaco favor le hizo al empalme; máxime cuando las tradicionales tributarias de cada año y medio nunca han logrado recaudar más de $16 billones y jamás lograrían $50 billones. Gran parte del trabajo de Ocampo ya se lo adelantó el Comité Autónomo de la Regla Fiscal, que advirtió que “la casa aún no está en orden”, que se proyecta un desbalance de $83 billones en las cuentas de la Nación, aminorado por el buen crecimiento económico, los altos precios del petróleo y la gestión de la Dian, lo que reduciría el déficit a unos $75 billones.
El Comité advierte que la consolidación de las finanzas públicas se logrará con el cumplimiento de la regla fiscal, como condición necesaria para la estabilidad macroeconómica de Colombia, que trasciende funcionarios. Por primera vez en la historia reciente, el Gobierno entrante no tiene una férrea oposición ante la opinión pública ni en el Congreso, situación política que garantiza la velocidad de las reformas en mente del mandatario de izquierda comprometido con un revolcón social, ayudar a las regiones y disminuir las asimetrías entre lo rural y urbano. Pero para lograr esos objetivos deberá mantener un clima de inversión, de seguridad tributaria y buenas relaciones constructivas con los empresarios, quienes no solo son los grandes contribuyentes, sino los generadores de empleo formal.
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