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Durante nueve meses la Junta del Banco de la República ha subido las tasas de interés, generando malestar entre los consumidores y empresarios
Mañana miércoles, la Junta Directiva del Banco de la República realizará su reunión mensual en la que revisa en conjunto todas las proyecciones de la economía para las próximas cuatro semanas. Es una rutina habitual en la cual se analiza, ente todo, la variación de precios, elemento fundamental para cumplir con el mandato constitucional del Emisor de mantener el poder adquisitivo de los colombianos y de paso la inflación dentro de un marco tolerable para los consumidores. Desde hace nueve juntas, los codirectores han venido elevando las tasas de intervención. Comenzaron la cabalgata de ajuste al alza al costo del dinero para el sistema financiero en septiembre de 2015 y cada vez que se reúnen suben 0,25 puntos (50 puntos en dos ocasiones); lo que quiere decir que desde esa fecha hasta la actual han elevado los tipos casi tres puntos porcentuales para dejar la tasa en un elevado 7,25%, una de las tasas más altas de los últimos 10 años.
Los codirectores del Emisor así lo han determinado. Aunque cuando se revisan las minutas del Banco no hay consenso en esa decisión, al menos en las cuatro últimas juntas, cuando las opiniones han estado divididas. Está claro que las tasas de intervención en el mercado se han venido elevando para sacar dinero circulante, elevar el costo del consumo y aplazar las expectativas de compras innecesarias o conspicuas. El objetivo de esta decisión es bajar la inflación con tasas de interés, fórmula que ha funcionado tradicionalmente, pero que es criticable por parte de los empresarios y obviamente de los consumidores. Los primeros porque el costo del dinero hace que aplacen sus planes de expansión, y los segundos, porque particularmente el consumo con tarjetas de crédito se pega al nivel de la usura inmediatamente. Todas las decisiones monetarias del Banco de la República tiene un efecto tardío en la economía, no se trasladan inmediatamente, pero han sido nueve meses de constantes subidas, medidas que se empiezan a sentir y amenazan con enfriar la economía en un momento de pesimismo.
Según las cuentas del Emisor, la inflación volverá a su cause natural, o al menos el previsto por el Gobierno, el próximo año cuando nuevamente se ubique entre 3% y 4%, seguramente este año cerrará con un porcentaje más cercano a 7% que a 6%, lo que obligará a aflojar rápidamente el apretón mensual de las tasas de interés, sino se quiere asfixiar la economía. El precio del dólar parece haber llegado a un nivel equilibrado rondando los $3.000, un tipo de cambio que gusta tanto a los importadores como a los exportadores y que le ayuda a las cuentas nacionales con el aprovechamiento de los tratados de libre comercio. Es casi un imperativo para los codirectores no seguir subiendo la tasa de interés para evitar que el consumo se frene y las ideas exportadoras de los empresarios se aplacen.
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