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EDITORIAL

Preocupación por Ucrania pero más por Venezuela

lunes, 21 de febrero de 2022

Desconocer la renovada influencia y presencia de Rusia en varios países, entre ellos Nicaragua y Venezuela, es mirar la tensión en Ucrania como un problema lejano, pero no es así

Editorial

Rusia es la economía número 11 del mundo a la luz de los resultados de su Producto Interno Bruto, su deuda solo asciende a 19% de un PIB de unos US$250.000 millones y desde hace más de una década es uno de los tres mayores exportadores de petróleo, figuración que le ha dado peso específico en los países de occidente, al punto que el crudo pesa 8% en el PIB y alcanza 5% de las reservas probadas. Los rusos son petroleros influyentes en las redes sociales, una suerte de diplomacia oscura que los ha ido posicionando más allá de las viejas repúblicas de la extinta Unión Soviética, al punto que gran parte de la estigmatización del fracking en Colombia era patrocinada por organizaciones de ese país que buscaban frenar la extracción de crudo con técnicas de recobro, tal como lo desarrolló Estados Unidos, una fórmula que le ayudó a no depender del Medio Oriente o de Venezuela. Pero mientras los precios del petróleo bailan al ritmo de la tensión geopolítica en Ucrania y amenazan con subir a US$100 por barril, tal como lo ha pronosticado JP Morgan, los colombianos no advertimos de los intereses rusos en Venezuela, el país con mayores reservas de petróleo del mundo, unos 309.000 millones de barriles, que se convierten en un botín en el vecindario.

Es un hecho real que la nueva Rusia de Vladimir Putin ha sido muy eficiente recortando distancias de influencia a Estados Unidos y Europa, pues no solo arrebató Crimea y seguramente desestabilizará toda Ucrania haciendo depender de sus energías a Europa, sino que tiene fuertes bases económicas, políticas y militares en Cuba, Nicaragua y Venezuela (dos vecinos de Colombia), una situación impensable durante la Guerra Fría. Putin ejerció la presidencia entre 1999 y 2008, que sumados los años al frente de Rusia desde 2012, es quien más tiempo ha estado en el poder desde la ruptura de la vieja Urss. Otrora lo que pasaba en Asia o en la parte oriental de Europa era como un cuento o una película lejana, ahora las cosas han cambiado con la globalización, las redes y la silenciosa guerra geoestratégica que toca las puertas de Colombia. No se puede desconocer que la frontera porosa de 2.200 kilómetros con Venezuela se convierte en un polvorín que hay que saber manejar en los años venideros. Los colombianos no pueden seguir de espaldas o miopes frente a la diplomacia del petróleo de Rusia y su ambición por meterse en América Latina. El asunto belicista de los rusos en la frontera negociando armas con el gobierno de Nicolás Maduro o grupos al margen de la ley no son cuentos, son situaciones reales que en los próximos años van a precipitarse y convertirse en una situación de crisis no prevista.

El desenlace en Ucrania es solo un frente de una nueva batalla de una suerte de guerra fría 5.0, Maduro y los militares en el poder tiene que saldar deudas superiores a US$140 millones a los rusos antes de que termine esta década, mientras tanto la asistencia petrolera, militar y científica sigue aumentando a pocos kilómetros de Cúcuta, Bucaramanga o Arauca, una especie de avalancha que se va formando sin que Colombia pueda hacer mucho para protegerse. Es crucial que el gobierno saliente y el que lo suceda presenten sus estrategias sobre un asunto determinante para la región, máxime cuando los actuales regímenes venezolano, cubano y nicaragüense ya han jubilado a varios presidentes colombianos, mientras allá siguen los mismos en el poder.

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