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Ninguna de las capitales colombianas avanza en términos de competitividad, más si se analizan desde la eficiencia en su movilidad, tarea que debe ser abordada por candidatos
Bogotá no se mueve a la luz de la última clasificación en el índice de tráfico global que compara a las grandes ciudades del mundo. Las cifras son penosas: en el Índice de Tráfico obtiene 227,55 puntos, ubicando a la capital de los colombianos en el puesto número 20 entre 200 ciudades.
En el Índice de Tiempo (en minutos) expone que el trayecto promedio es de 52,10; en el Índice de Tiempo Exponencial, arroja 7.907,64; en el de Ineficiencia, 237,05, y finalmente, en el de Emisiones de CO2, 5.059,88. Números muy malos sobre los cuales hay poca gestión por parte de los responsables.
Lo primero que hay que aportar es que son indicadores obtenidos de las aplicaciones de movilidad más usadas en el mundo entero, tipo Waze o Google Maps. Estas estadísticas se elaboran a partir de formularios introducidos por los visitantes de páginas web compilatorias (Numbeo).
“El Índice de Tráfico se obtiene del tiempo empleado en el tráfico para ir a trabajar; una suerte de promedio de tiempo requerido para hacer un trayecto, en minutos. El Índice Exponencial de Tiempo es una estimación de la insatisfacción debido a tiempos de desplazamiento elevados. La fórmula asume que la insatisfacción aumenta exponencialmente con cada minuto que se tarda en realizar un único trayecto cuando éste toma más de 25 minutos. El Índice de Ineficiencia es una estimación de las deficiencias en el tráfico, teniendo en cuenta el modo de conducción, los tiempos en el desplazamiento, etc. Y el Índice de Emisiones de CO2 es una estimación de la emisión de CO2 a la atmósfera debido al tráfico”.
Un trancón más largo no solo es pérdida de tiempo, sino mayor contaminación por los carros prendidos consumiendo combustibles fósiles. En una ciudad como Medellín, ubicada en el puesto 89, las cifras no son mejores, pese a sus cortas distancias que recorren sus habitantes: Índice de Tráfico, 157,44; Índice de Tráfico (en minutos), 38,70; Índice de Tiempo Exp. 1.269,22; Índice de Ineficiencia, 160,46 e Índice de Emisiones, 4.962,84.
Está claro que los trancones están afectando la productividad de las economías, al tiempo que aumentan la precariedad de las sociedades. Y si a este panorama, solo en las dos principales ciudades de Colombia, se le suma la percepción de inseguridad durante los trancones, se obtiene un cocktail de incertidumbre que no deja a los colombianos llegar en pleno al siglo XXI.
La solución no ha sido distinta a bajarse de los sistemas de transporte masivo, por medio de buses, como consecuencias de una auténtica crisis de éxito, pues uno de los peores enemigos de los llamados transmilenios son los tumultos que generan inseguridad, para solucionar el lío subiéndose a las motocicletas que fueron un fenómeno que nunca se vio venir en la sociedad colombiana; vale la pena recordar que el país es el décimo más vendedor de motos en el mundo, con cerca de un millón de unidades, incluso sobrepasando a Estados Unidos y solo superado por países asiáticos.
La competitividad es la víctima más silenciosa de los trancones, atascos o tacos; nadie repara en que si los conductores o pasajeros de un vehículo se desplazaran en los tiempos estimados, con seguridad y calidad, por las vías de Cali, Medellín o Bogotá, la eficiencia, productividad y la competitividad misma de la ciudad evolucionarían. Los candidatos a las principales alcaldías deben empezar a hablar de las soluciones que proponen.
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