Las bajas tasas que el Emisor les cobra a los bancos ya se están empezando a transferir a los usuarios de créditos
Entre los usuarios del sistema financiero se está dando una situación sin precedentes desde el último semestre. Se trata de la reducción de las tasas de interés para créditos de consumo, hipotecarios y de libre inversión, al menos en lo que tiene que ver con las líneas directas, pues el costo de las tarjetas de crédito sigue pegado al techo de la tasa de usura. Una reacción apenas lógica y consciente de los mismos bancos, dado que estaban recibiendo muchas críticas por no trasladarles a sus cuenta habientes los tipos baratos que reciben del Banco de la República, ente rector monetario que ha ido bajando las tasas de interés de intervención de manera persistente desde hace más de seis meses.
Lo más sano para la economía, máxime ahora que el consumo es la verdadera locomotora, es que los bancos reaccionen en bienestar de sus clientes, que ayuden a dinamizar la economía y que se alejen de acuerdos gremiales en el costo del dinero. Recordemos que la función social de un banco es prestar dinero a un costo razonable que le sea rentable, pero que beneficie a los usuarios, sin perder ni arriesgar. En solo dos semanas los préstamos hipotecarios bajaron de un 12% efectivo anual en promedio a un 10%, y se espera que al terminar este marzo la tasa de usura, que supera el 31%, baje varios puntos.
Las autoridades económicas deben ser conscientes de que el consumo viene jugando un papel determinante en el crecimiento del Producto Interno Bruto. La pasada reforma tributaria afectó notablemente los ingresos del segmento poblacional con salarios mayores de $6 millones, un factor que se ha dejado ver en situaciones como la caída en las ventas de automóviles durante los dos primeros meses del año; y si a esto se suman los altos intereses que seguían cobrando los bancos por sus préstamos, la situación se tornaba muy oscura en materia de crecimiento. El acceso al crédito es fundamental para una buena dinámica económica, no obstante, las entidades de control y vigilancia deben estar atentas al crecimiento de la cartera, de tal manera que una alternativa al crecimiento no se convierta en un dolor de cabeza para los mismos bancos.
Es saludable observar cómo en muy pocas semanas los bancos empezaron a competir por prestarle a la gente a tasas mucho más bajas que las que se ofrecían al final del año pasado. Es cierto que la aplicación de los tipos de interés tiene un rezago muy largo (año y medio), pero es decisión de los bancos y de la misma Superintendencia Financiera hacer que esos beneficios se trasladen a la gente. Es muy buena noticia registrar las grandes utilidades y el crecimiento en el exterior, pero mejor aún es hacer noticia sobre la reactivación crediticia y la competencia por quién presta dinero más barato para los cuenta habientes.