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El Banco más grande de Colombia ha originado una guerra de tasas bajas muy afortunada para los consumidores, pues el Emisor no entendió que el crédito es caro para la economía
¿Qué pensará o mejor qué hará la actual Junta Directiva del Banco de la República ahora que ante la errática política de subir las tasas interés, los bancos comerciales estén usando esta situación para competir entre ellos y propicien el consumo?
El principal banco del país, Bancolombia, con unos 14 millones de clientes, tomó la decisión de bajar la tasa de sus tarjetas de crédito a 25%, uno de los costos más bajos del mercado, empujando a sus competidores a hacer lo mismo para no perder clientes, pues la venta de cartera y el robo de tarjetahabientes será la realidad en los próximos meses; si bien la medida del banco del Grupo Empresarial Antioqueño no es para todos sus clientes y hay una letra menuda que aplica a los mejores usuarios, sí funciona en la inmensa mayoría de sus cuentahabientes que tengan una tarjeta de crédito de bajo cupo.
La guerra por clientes en beneficio de los consumidores se da en un momento en que la tasa de usura está en su punto más alto de la historia reciente, 46%, y que poco a poco se nota más en el frenazo del consumo en una economía que deberá experimentar este año una caída de cinco puntos, pues pasará de haber crecido en términos de PIB 7,8% durante 2023 a menos de 2% para este año, según los pronósticos de los analistas. Siempre el libre mercado, la competencia abierta y la cero cartelización serán los mejores insumos para que las familias se beneficien con dinero barato a su alcance.
El Banco de la República es bien ortodoxo y ha llevado su tasa de interés a lo que le llaman normalización para atajar la inflación, que se acerca a 14%, mientras que las tasas suben por ascensor a 12,75%, sin que nada haya pasado, la variación de precios va al alza sin que nada suceda y las tasas frenando la economía; quizá los técnicos del banco no han estudiado mejor la situación o no han comunicado los resultados de su política monetaria de subir indiscriminadamente sus tipos.
La pelota del dinero barato ahora está en el terreno de los consumidores en lo que tiene que ver con el dinero plástico, ojalá esta misma situación se replique en las tasas para compra de vivienda y créditos rotatorios. El dinero caro es una de las mayores explicaciones de la baja venta de vehículos nuevos que este año tampoco alcanzará la meta mega de 300.000 unidades.
La jugada de Bancolombia también puede dar pie a los apocalípticos a pensar o explicar que la cartera de los bancos está en un estado de preocupación y que lo mejor es que no se active una burbuja de deudores que afecte el mercado del crédito en los próximos años.
La Superintendencia Financiera, quizá la entidad de mejor reputación entre las oficinas de control y vigilancia de la economía, también debe estar en pie de máxima alerta porque la certificación de la usura que realiza cada mes sube sin explicación alguna, no tiene sentido que el Emisor suba las tasas, que la Financiera certifique un tope de usura y que el sistema financiero por sí mismo entre en una guerra de tasas bajas entre ellos; es una situación inédita si se observa con detenimiento que el costo del dinero se eleva para sacar circulante y los bancos bajan sus tasas muy a pesar de que el Banco Central les presta más caro; quizá la época en que los bancos se lucraban de las tasas bajas del Emisor y lo destinaban a inversión en papeles y no prestar a la gente, ya pasó y ahora hay un sentido más fino de competencia.
El dinero enviado a Colombia creció 42% desde 2019, menos del promedio regional de 61%, la economía se debe preparar para la plata de los colombianos que viven en el exterior
Ilógico que Colombia, siendo uno de los países más ricos en ríos y lluvias, tenga problemas de suministro de agua para el disfrute humano y, más aún, que carezca de proyectos a futuro
La meta del Gobierno de una inflación de 5,5% al final de este año empieza a hacerse realidad; ahora la pelota está en terreno del Emisor, que logre que el consumidor sienta la realidad