Las ayudas se deben devolver en ayuda básica

Quizá ahora no haya mucha conciencia social de la magnitud de las ayudas que está dando el Estado a las empresas y las familias para que puedan sobrellevar la peor crisis económica de la historia del país ocasionada por el covid-19.

Ni la Guerra de los Mil Días que desbarató el país en los albores del siglo pasado va a tener tantas secuelas económicas como las que dejará el coronavirus. Lo que hace distinta esta crisis es, sin duda alguna, la globalización del problema común, es decir, ningún país se ha escapado de la penosa situación que ha desnudado la debilidad de los sistemas sanitarios de todo el mundo que debieron estar más conectados ante inminentes pandemias.

Puede ser que países como Nueva Zelanda, Finlandia o Taiwán estén cantando victoria sobre el virus, pero de nada les sirve en una economía interconectada que necesita comerciar para poder mantener la dinámica que traía hasta los dos primeros meses del este año. De poco vale que se haya aplanado la curva y que la cuarentena esté llegando a su fin con muy buenos resultados, si la economía está destruida por el cierre de las fronteras y el aislamiento al que tienen que someterse los ejecutivos y turistas al llegar a otros países.

El mundo globalizado nunca había tenido que experimentar una situación como esta; incluso, las dos guerras mundiales no se le comparan, ni mucho menos las últimas crisis financieras. Estamos ante un verdadero cisne negro -así su padre Nassin Taleb diga que no lo es- que distorsionará las cuentas de los gobiernos, que dicho sea de paso no han sido inferiores en dar las ayudas necesarias para las empresas y las familias, en un acto de verdadera responsabilidad ante sus gobernados.

Colombia no ha sido la excepción y el Gobierno Nacional ha actuado con enorme entereza ante la caótica situación, haciendo uso de su ingeniería financiera para mover dinero de un fondo a otro y presionar al Banco de la República para que actúe con prontitud frente a la situación generando liquidez necesaria al mercado.

Pero sea el momento para recordar o aconsejar que todas las ayudas recibidas deben ser devueltas o retribuidas en sostenimiento del empleo. El Gobierno Nacional está subsidiando nóminas de empresas que han perdido sus ventas; hay préstamos blandos respaldados por el Fondo Nacional de Garantías; hay aplazamiento de impuestos y de servicios públicos para los más afectados y las familias más vulnerables han recibido devolución del IVA más subsidios solidarios; al tiempo que las empresas están obligadas a conservarle el trabajo a sus empleados por el tiempo de la crisis.

Todas esas millonarias ayudas solidarias con dinero de impuestos deben ser devueltas en lo más preciado en este momento, que es el trabajo de las personas. Las oficinas de control y vigilancia del Estado deben estar atentas a que las ayudas no se desvíen para otras obligaciones o terminen en los bolsillos de los corruptos, como casi siempre ha ocurrido.

En estos momentos de dinero gratis del Estado, de ayudas económicas y de inmensa solidaridad afloran los avivatos que huelen el dinero fácil que emana de las arcas públicas. Y no solo es tarea de las llamadas “ías”, sino de todos los que pagan impuestos, pues son éstos los que se están entregando para no dejar caer la economía en terrenos profundos de donde va a ser muy difícil recuperarse.