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EDITORIAL

La gran paradoja económica y política peruana

sábado, 28 de septiembre de 2019

Mientras las cifras de la economía peruana se destacan entre las mejores de la región, lo que sucede en su política es digno de un país en total caos, ¿cómo convive política y economía?

Editorial


El frenesí político peruano está alcanzando niveles de convulsión, luego de que el presidente, Martín Vizcarra, diera a conocer su iniciativa de crear un mecanismo legal para cambiar las reglas de la elección de miembros del Tribunal Constitucional, una idea explosiva pues va acompañada de la amenaza que si es rechazada podría disolver el Parlamento. Un hecho que profundiza la crisis de su dirigencia política en un país que ha visto caer a todos sus expresidentes recientes en una desgracia literal ocasionada por la trama Odebrecht. El estremecedor suicidio de Alan García; la prisión de Alberto Fujimori; las capturas de Alejandro Toledo, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski, hacen de la política interna una auténtica novela negra que amenaza la buena salud de su economía.

El Congreso quiere archivar el proyecto de Vizcarra para adelantar un año las elecciones. La Constitución peruana le permite al presidente cerrar el Congreso y convocar a nuevas elecciones legislativas si el Parlamento rechaza dos veces el mecanismo constitucional por “cuestión de confianza”. El actual Congreso ya despidió al cuerpo ministerial de Kuczynski y desde entonces el país no ha logrado los mínimos consensos políticos para enfrentar los retos sociales que tiene el país suramericano. Toda esta crispación política se da en medio de una buena racha económica que hace brillar a Perú en la región. A la luz del Banco Mundial, “las acertadas políticas macroeconómicas y estructurales del Perú, combinadas con condiciones externas propicias, han generado un crecimiento importante. El país creció a un ritmo cercano a 6% durante la última década y, entre 2004 y 2015, nueve millones de peruanos salieron de la pobreza (...) En lo que va del siglo XXI, la economía peruana ha presentado dos fases diferenciadas de crecimiento económico. Entre 2002 y 2013, el Perú se distinguió como uno de los países de mayor dinamismo en América Latina, con una tasa de crecimiento promedio del PIB de 6,1% anual. El firme crecimiento del empleo y los ingresos redujo considerablemente las tasas de pobreza. El porcentaje de la población que vive con menos de US$5,5 diarios cayó de 52,2% en 2005 a 26,1% en 2013, lo que equivale a decir que 6,4 millones de personas dejaron de ser pobres durante ese periodo. La pobreza extrema (aquellos que viven con menos de US$3,2 al día, disminuyó de 30,9% a 11,4% en ese mismo lapso (...) En el mediano plazo, se espera que el crecimiento se mantenga cercano a 4% anual, sostenido por la fortaleza que viene mostrando la demanda interna y por un paulatino aumento de las exportaciones. Se espera una convergencia del déficit público de 1% del PIB para 2021”. Pese a las buenas noticias del manejo macroeconómico, Perú es el tercer país más expuesto en la región a la guerra comercial entre China y Estados Unidos, lo que unido a la crisis política puede hacer renacer las ideas populistas que tanto mal le han hecho a América Latina.

Una caída de precios de las materias primas o un ajuste de las condiciones financieras internacionales pueden aparecer en los próximos meses, lo que sumado a la baja gobernabilidad que se experimenta al cerrar este año, podría desencadenar una resurrección de la inflación y de medidas proteccionistas. La clave está en que Perú siga viviendo dos mundos paralelos que no se juntan, el político por una vía y el económico por la otra.

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