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EDITORIAL

La fiesta de la Copa Mundial de Fútbol

jueves, 14 de junio de 2018

Comenzó una de las épocas más esperadas cada cuatro años, en la que casi todo gira en torno al Mundial, que siempre llega con sorpresas

Editorial

El Mundial de Fútbol ya está aquí y llegó para quedarse durante las próximas cuatro semanas, tiempo en el cual no se hablará de una cosa distinta a la de selecciones, jugadores, penaltis, álbumes, transferencias, pollas y pronósticos. Ninguna actividad se escapa a la fiebre del balón pie en más de 200 países, que por esto días envolverá con su magia a todas las actividades sociales y por ende las empresariales y comerciales. El espectáculo del fútbol se ha convertido con el paso de los años en el único evento mega-masivo de escala global, al punto de ser la única actividad deportiva que convoca millones de seguidores en dos centenares de países; si bien hay algunos otros espectáculos de gran cantidad de espectadores en uno o varios países, ninguno llega a medirse al Mundial con su capacidad de seducir a tantos países de muy diversas culturas. El fútbol es el deporte rey en países, regiones o continentes antagónicos o enfrentados en lo político, económico y social. En casi todas las naciones de América, el Mundial es el gran evento sin competencia a la vista; lo mismo ocurre en casi la totalidad de África, Medio Oriente y muy especialmente en los estados árabes. Ni qué decir de Europa, donde el Mundial paraliza cada cuatro años muchas de las actividades del verano boreal en torno a la fiesta del fútbol, que esta vez se realizará en Rusia, una de las otrora potencias futboleras que recupera la jerarquía perdida. Y, poco a poco, los países asiáticos, los subcontinentes chino e indio, se rinden ante el fútbol y su capacidad de atraer multitudes. Las marcas más globales han entendido la capacidad que tiene este deporte para exponerlas o asociarlas a la globalidad, la competencia sana, la juventud enérgica, los triunfos y las derrotas.

La fiebre futbolera se ha convertido en un pujante sector económico en países como España, Italia, Inglaterra y Francia, en donde las cifras que se mueven en torno a este deporte se acercan a un punto de sus respectivos PIB. En otros como Brasil, Argentina, México, Chile y Colombia, el espectáculo del fútbol empieza a pesar en el sector del entretenimiento de manera creciente, al representar por lo menos un cuarto de punto de sus respectivos PIB. ¿Qué les falta a las economías emergentes de la región para que este espectáculo pese más en el conjunto del entretenimiento de sus países? Primero, la formalización profunda de los clubes de fútbol como verdaderas empresas que inviertan en el negocio como compañías del espectáculo. Segundo, que las ligas nacionales remodelen la manera como incentivan a las empresas-clubes, de tal manera que haya mejores beneficios para los más exitosos en detrimento de las empresas parasitarias que no dejan atraer más aficionados. Y tercero, que la televisión se convierta en una extensión de los partidos, una manera de servicio para que el aficionado pueda conectarse con el antes, durante y después de sus clubes. Colombia va por buen camino, cuenta con clubes que ya son empresas rentables enfocadas en desarrollar un buen espectáculo, atraer más aficionados, conservar los tradicionales y crecer generando empleos en el sector del entretenimiento. Este Mundial de Rusia seguramente estará cargado de emociones y de compromisos por parte de los dirigentes del fútbol colombiano para hacer que el deporte sea la gallina de los huevos de oro de la llamada economía naranja.

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