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El Gobierno debe enfilar baterías para que el PIB, que repuntó 2,1% durante el segundo trimestre, mantenga esa misma tendencia en lo que resta del año, solo así aliviará presiones
Colombia es un país de regiones y de mercados diversos y su economía se resiste a seguir bajo una nube de incertidumbre y signada por negros nubarrones. Contra todos los pronósticos, el Producto Interno Bruto repuntó 1,5% durante el primer semestre de este año, un crecimiento similar al registrado el año pasado, cuando también creció 1,5% en el mismo lapso.
Al cierre del segundo trimestre (abril, mayo y junio), la economía repuntó 2,1%; las actividades artísticas (11,1%) y agricultura (10,2%) lideraron un crecimiento que deja en buen partidor al PIB, que se espera este año crezca en torno a 2%.
La administración pública, por su parte, aportó 4,8%, siendo el tercer sector más importante en el periodo; la explotación de minas y canteras (-3,3%); información y comunicaciones (-1,9%) e industrias manufactureras (-1,6%) siguen siendo los sectores más frenados, y no es una sorpresa, pues el Ejecutivo no ha tenido políticas claras ni incentivos para que tengan una mejor dinámica. Es muy preocupante que la construcción de edificaciones residenciales y no residenciales caiga 2,8% y complete cuatro trimestres consecutivos de bajas.
El análisis es simple: si a los altos repuntes de las actividades artísticas (9,5%), agricultura (8%), administración pública (5,1%) y suministro de servicios públicos (3,7%) se sumara el sector minero energético y la construcción, las cosas cambiarían radicalmente para el rumbo de la economía, y ese 1,5% semestral, bien podría duplicarse al cierre del año, pero la ideologización que opera al interior del Gobierno hace que los sectores que más aportan inversión y generación de empleo sigan postrados.
Colombia no se puede permitir seguir de espaldas contra la minería extractiva (de la cual se vive) y menos aún de la construcción, que es el sector más transformador y generador de empleo. Los jefes de las carteras económicas deberían sentarse a analizar objetivamente esta realidad y actuar de cara al país económico.
Las noticias son buenas, mejor de las esperadas, también, por primera vez en cinco trimestres, la inversión, medida en la Formación Bruta de Capital Fijo, mostró un crecimiento, un dato que no se veía en dos años. A los ojos del Dane es muy interesante que sea el sector agrícola y ganadero el principal jalonador de la economía, un rol que viene desempeñando desde el cuarto trimestre de 2023, cuando creció 6% anual.
Igualmente, en el primer trimestre de ese año había registrado 6,8% y 10,2% tres meses después, un hecho sobre el cual se puede construir un sector en crecimiento permanente. Lo clave en esa dinámica es que su papel en la construcción de precios de los alimentos es fundamental. Un agro que produce es un agro que compite y logra poner productos diversos en las centrales de abasto, lo que aleja la inflación, al menos en los alimentos.
Los pasos que ha dado el Gobierno de armar equipo con el sector productivo para recuperar el crecimiento y apuntalar la reactivación son muy oportunos, porque ya hay cifras concretas sobre las que se puede avanzar. La meta para todo el año debe ser más de 2,5% o 3%, y para lograrlo es fundamental un gran acuerdo para que los próximos 24 meses sean de gran crecimiento, dejando de lado pauperizar la economía para poder hacer política y conseguir votos de cara a las elecciones de 2026. El camino es más sencillo de los que se ve.
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