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La economía colombiana está rodeada de mercados alterados, inflación de tres dígitos en Venezuela y el dólar como moneda en Ecuador
Cuando el Banco de la República da su reporte de tasas de intervención en el mercado y hace sus proyecciones de crecimiento económico, siempre habla del entorno o de la coyuntura internacional, es decir, trata de explicar los impactos de las economías regionales y de nuestros mercados primarios en el desempeño local a mediano plazo. Quizá lo que más impacta en los cuatro principales mercados neurálgicos del país (Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla) es lo que está sucediendo en Estados Unidos, la Unión Europea y Asia, especialmente en términos de importaciones en el último caso. Pero cuando se analiza a fondo el impacto que tienen en los extramuros de las grandes capitales, lo que pasa en Ecuador y Venezuela influye, las cosas cambian y se vuelven microeconómicas. Empecemos por el caso de Venezuela que le ha traído al país miles de vecinos necesitados de nuevas oportunidades; unos han llegado como grandes inversionistas, otros como ejecutivos calificados y ahora cantidades de desempleados de todo tipo que han encendido las alarmas sociales en ciudades como Barranquilla, Cartagena, Bucaramaga y Medellín.
Los venezolanos escapan de un régimen que ha fracasado en lo político y económico y ha hecho de su país una economía inviable que no acepta soluciones externas de sus vecinos y contrario a lo que todos saben, está cumpliendo sus obligaciones con la banca multilateral y hace que la administración bolivariana se extienda en el tiempo. Los vecinos venezolanos están encontrando en Colombia lo que muchos nacionales fueron a buscar a Venezuela entre los años 70 y 80, oportunidades que su país no les brindaba; la gran diferencia es que las familias venezolanas encuentran aquí estabilidad en los precios y se puede consumir lo básico a bajos precios sin distorsiones. Mientras la inflación en Colombia va en 3,99% si se mide de junio a junio, en Venezuela las cosas en términos de preciso y desabastecimiento son un infierno ocasionado por una variación de precios anualizada que supera 750%. Es simple: en cualquier ciudad colombiana se merca lo básico con US$100, un monto que no sirve para mucho en el vecino país, no solo por lo caro de los bienes y servicios, sino porque no se consigue nada en los supermercados.
Lo que pasa en Venezuela se está sintiendo a fondo en las ciudades intermedias colombianas, en lo bueno y en lo malo. Mientras esto ocurre en el frente Caribe y Norte de Colombia, en el Suroccidente, Pasto, Popayán y Cali, las cosas tiene otro sabor y es la dolarización ecuatoriana que ha generado olas especulativas en la moneda y en las ventas a ese país. El Índice de Precios al Consumidor en Ecuador es negativa en 0,58%. La inflación anual se ubica en 0,16%, el porcentaje más bajo desde que se implantó la dolarización. El nuevo gobierno en manos de Lenín Moreno sostendrá la dolarización y ha descartado una moneda paralela ni el desarrollo de dinero electrónico por parte del Banco Central del Ecuador sin un adecuado respaldo. La economía colombiana ha demostrado depender mucho de las exportaciones tradicionales de petróleo, carbón, café y algunas no tradicionales que poco crecen, pero olvida deliberadamente la economía de bolsillo de las regiones afectadas -para bien o para mal- por el caso venezolano y ecuatoriano. La avalancha de tratados de libre comercio, con los que tuvieron que danzar los empresarios en los dos últimos gobiernos han hecho perder la óptica de que lo local, especialmente lo que se vive en la provincia, tiene un componente informal donde las fronteras todavía sentencian el corto y mediano plazo.
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