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Relación Musk Trump
EDITORIAL

Fin del idilio de Trump y Musk deja enseñanzas

jueves, 3 de julio de 2025

Relación Musk Trump

Foto: Gráfico LR

Confundir el “quehacer empresarial” con el “hacer política” suele terminar con grandes derrotados para la sociedad: la confianza, los empleos y las instituciones de un país

Editorial

En el último poll de Invamer, dado a conocer hace un par de semanas, la favorabilidad de los empresarios bajó de 59 a 56 puntos, mientras que la desfavorabilidad subió de 37 a 40 puntos; no es el mejor ni el peor nivel en el que ha estado la popularidad de los hacedores de empresas, cualquiera sea su tamaño.

El dato de ese termómetro político que ausculta la opinión pública tiene que ver con las relaciones de los políticos con los empresarios; lo tradicional ha sido que la favorabilidad esté por encima de 60% y la imagen negativa en 40%, todo depende si la tensión político-empresarial aumenta o disminuye de acuerdo con las políticas públicas, tratado de libre comercio, y por supuesto, reformas tributarias, pero por lo general depende de la relación estrecha que se dé entre políticos y empresarios para sacar adelante las reformas que necesita el país.

Es normal en las democracias que los políticos sean patrocinados por capitales privados y que muchos empresarios crucen su Rubicón y se conviertan en políticos; el error está en mezclar las dos actividades. Hay muchos ejemplos en América Latina de empresarios convertidos en políticos con relativo éxito; mientras en la región el caso más llamativo es el de Donald Trump, exitoso empresario que se convirtió en el político más hilarante de la historia reciente, en un país en donde muchos empresarios han tomado las riendas de la primera economía mundial.

Por ahora, no se trata de Trump, el caso es Elon Musk, el hombre más rico del mundo a la luz de los rankings de Bloomberg y Forbes que calculan su fortuna en unos US$390.000 millones, que lo ponen a la cabeza de todos los listados en la historia, capital que es mucho más grande que el de un centenar de países.

En matemática periodística, si Musk fuera un país -para visualizar su riqueza- estaría en el puesto 40. Su patrimonio se basa en las tecnologías de punta que pone a producir en sus empresas más emblemáticas: Tesla, SpaceX y la red social X.

No se puede olvidar su papel determinante en la segunda presidencia de Trump, más en su campaña presidencial cuando no solo hizo grandes aportes, sino que subió a la plaza pública a su lado e incluso durante sus primeros meses de gestión estuvo a cargo de la novísima Secretaría de la Competitividad.

Ahora que Musk ya no está entre los amores de Trump, se pueden identificar algunas enseñanzas de las tormentosas relaciones entre el “quehacer empresarial” y el “hacer política”, que puede sonar a juego de palabras, pero no es así: hacer empresa es una actividad para toda la vida; de dicho rol social se desprenden compromisos con el país, la sociedad, las familias y los consumidores. +

Mientras que la actividad política es temporal y mal agradecida; puede haber buenas intenciones en los empresarios que cruzan esa frontera, pero por lo general terminan mal. Musk creyó que usar las mismas fórmulas de éxito empresarial en lo público, era bien visto y daría resultados inmediatos, pero no fue así.

El empresario nacido en Sudáfrica usó su cuenta personal en su plataforma para señalar a empleados federales y anunciar posibles recortes en organismos del gobierno y esa fue su debacle con el Presidente, su jefe, que ha mostrado en su segunda presidencia que es más político que empresario. La idea de ahorrar 30% del presupuesto federal estadounidense en solo dos años, fue una lápida para Musk. La historia no termina, hay que esperar qué depara el futuro.

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