Exportar más no es cuento de privilegiados

Muchos de los funcionarios clave de la administración central caen en una condición muy común entre los niños de hoy que es el TOD, Trastorno Oposicional Desafiante. Dicen los expertos que “se caracteriza por un comportamiento desafiante y desobediente ante las figuras de autoridad.

La causa no se conoce con exactitud, pero puede implicar una combinación de factores genéticos y ambientales. Por lo general, los síntomas se manifiestan antes de los ocho años de edad. Incluyen irritabilidad, comportamiento combativo y desafiante, agresividad y afán de venganza que duran más de seis meses y causan problemas significativos en el hogar o la escuela”.

Tratar de cambiar el modelo económico basados en que está establecido sobre unos privilegios al sector productivo, les obliga a oponerse a las leyes más básicas del mercado. El ejemplo más claro de esta afirmación ocurrió en diciembre del año pasado cuando el presidente, Gustavo Petro, durante su alocución en Buenaventura, dijo que las autopistas 4G “se tiran un poco de plata” y que estas “solo sirven para importar productos y matar la producción nacional”, además de que con eso se benefician son “los dueños del gran capital en Colombia”.

A lo que Bruce MacMaster, presidente de la Andi, contestó que la infraestructura es clave para lograr los demás objetivos que se propone el mismo gobierno: “las vías nacionales, 2G, 3G, 4G y 5G; todas son necesarias para unir a Colombia y sus regiones. Ni la paz, ni la unión del territorio ni la competitividad son posibles sin infraestructura. No solo estas, faltan muchas obras más para poder contar con un país viable”.

Pero en su momento no se vio que un país sin infraestructura es un país sin exportaciones, que a su vez degenera en unas empresas obsoletas, que pagan menos impuestos y no crean los empleos formales que las familias necesitan.

Afirmar que la gran infraestructura es un cuento de privilegiados del mercado libre, no solo es oposicional y desafiante con la economía de mercado, sino que desconoce el papel que representan las ventas al exterior de sectores del alto componente en mano de obra como son el cafetero, bananero o floricultor.

Bien se puede estigmatizar la explotación y exportación de petróleo, el carbón y otros minerales como productos bandera más lucrativos, pero negar el papel transformador de las ventas de café, flores y bananos, en las regiones campesinas colombianas, rozan con la ignorancia.

Algo debe hacer el Gobierno Nacional ante la caída del comercio exterior que refuerza el fenómeno de la desaceleración económica. Las exportaciones y las importaciones han caído de forma similar al año de pandemia. En exportaciones, la cifra de julio de 2020 presentó una caída de 22% contra el mismo mes del año anterior, pues el total fue de US$2.548,9 millones FOB.

Mientras que en julio de este año, las exportaciones registraron US$4.094,8 millones FOB y la caída fue de 31% contra julio de 2022, según datos del Dane y la Dian, una situación dramática que pone al descubierto la falta de un plan contracíclico que dinamice las exportaciones. Si ideológicamente le apostamos a que las ventas externas de combustibles y productos de las industrias extractivas decrezcan, éstas deben remplazarse con algún enfoque novedoso, pero esa hoja de ruta no se ve en el camino y menos a los funcionarios hablar de esta situación.