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Pasar la página de la cuarentena es aceptar el reto de generar empleo y lograr que una buena parte de los casi cinco millones de desempleados entren al mundo laboral formal
La tasa de desocupación en las 13 ciudades y áreas metropolitanas en julio llegó a 24,7%, hubo un aumento de los desocupados de 1,6 millones, pasando de 1,4 millones en julio de 2019 a 3,1 millones para 2020. Vale la pena decir que comparar cualquier dato pasado con este año es un error en economía porque claramente será atípico y cualquier ejercicio será errado. Pero la realidad social va por otro lado y las pérdidas de puestos de trabajo son tangibles y se escapan de los pormenores de la econometría.
Los colombianos sin trabajo, a la luz de los datos oficiales, pueden superar los cinco millones de personas, una cifra que debe alarmar al Gobierno Nacional y preocupar a los empresarios quienes tienen que encontrar puntos de trabajo mancomunados con el Ejecutivo para generar nuevamente los puestos perdidos. La cifra de 20% de desempleo tiene que retornar a un dígito, para lo cual la economía debe volver a crecer más de 3,5% durante varios años y ese crecimiento esperado sólo se logra con incentivos tributarios, con tasas bajas de créditos, con normatividad laboral moderna, con nuevas tecnologías, con acceso a mercados internacionales, pero, ante todo, con seguridad jurídica que les permita al sector productivo hacer planea a largo plazo.
La economía colombiana está entrando forzada al siglo XXI, a la cuarta revolución industrial, a los tiempos de la inteligencia artificial y todas esas nuevas oportunidades globales que hoy son más realidad que ficción. El gran problema de tomarse la lucha contra el desempleo como una razón de ser es que no hay mucho liderazgo por el tema, no hay propuestas concretas ni compromisos con número de trabajo a generar en un lapso determinado. Esa orfandad de liderazgo debe ser asumida por el sector productivo, por los empresarios quienes deben asumir el desempleo como un problema suyo en pos de una mejor sociedad, pero para sacarlo adelante se debe trabajar obligatoriamente con el Gobierno Nacional, que al final debe garantizar reglas de juego y brindar todas las seguridades.
Si revisamos los cuatro últimos años en el comportamiento del empleo obtendremos que es un problema con tres choques importantes: el proceso de paz y firma del acuerdo; la diáspora de venezolanos y masiva llegada de inmigrantes, y la pandemia. El primer asunto generó unas expectativas de inversión y dividendo de la paz que no se cumplió y dejó muchos sinsabores. El desplazamiento de venezolanos fruto de su fallido modelo económico hizo que el desempleo en Colombia aumentara y las pocas ofertas en la informalidad fueran ocupadas por personas recién llegadas, y justo cuando el asunto era atendido como un problema estructural en varias regiones, llegó la pandemia que cerró la economía e impactó por tercera vez el contexto laboral ya deteriorado. Todo lo anterior obliga a nuevos liderazgos por parte de los gremios que representan a los empresarios para que sean ellos quienes lleven la batuta de trabajo por más empleos integrales en todas las regiones.
Quizá aquí esté la cuota inicial de la sonada nueva reforma tributaria que sea más conectada con la generación de trabajo y los incentivos para hacerlo que una carga adicional. Clave encontrar puntos de encuentro entre las nuevas ideas de reforma laboral como la tributaria, puede ser que esa sea la fórmula magistral.
La informalidad laboral se mantuvo en 56% durante el trimestre entre junio y agosto, un flagelo para las familias al que el Ministerio de Trabajo no le pone la suficiente atención
La economía aún no interioriza las secuelas del covid, la crisis de la moda tiene su origen de la destorcida de la pandemia y cómo el consumo conspicuo está tocando fondo