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EDITORIAL

El Efecto Dominó de Cajamarca

lunes, 5 de junio de 2017
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Cumaral fue la Otra consulta popular que se unió a la que hace más de un mes perdió la explotación minera en Cajamarca, un lío de marca mayor

 

Desde hace un mes cuando los pobladores del municipio de Cajamarca, en Tolima, votaron mayoritariamente por el No a la explotación minera en sus territorios, se marcó un camino sin retorno que ya afecta a otros dos municipios en Antioquia y Meta, que repitieron su rechazo a las minas y al petróleo. Este pasado domingo el turno fue para Cumaral en donde el No a la extracción de hidrocarburos ganó con 97% de los votos, en una consulta que se está poniendo de moda en Colombia cada ocho días. Ya había sucedido en Támesis cuando 98% de sus habitantes lapidaron con otro No los proyectos mineros en su región. Es como una bola de nieve o un Efecto Dominó que está poniendo en jaque los planes de desarrollo municipales y la llegada de regalías a estos municipios que con muy poca información y sin quien defienda el Sí deciden su vocación económica.

La situación que se ha desatado tiene varias causas y consecuencias manifiestas que se deben entender muy bien para poder salir adelante. Entre las situaciones que generaron los diferentes no en Tolima, Antioquia y Meta, está el auge de líderes políticos populistas que han capturado la opinión de sus coterráneos y están haciendo campaña en pro de políticos nacionales en contra de una actividad casi indefensable en un país curiosamente de vocación minera. Al avance del populismo se suma la irresponsabilidad de los gobiernos locales, regionales y nacionales que no han sabido explicar la bondades de una actividad extractiva bien ejecutada. Pero el gran problema de este Efecto Dominó es que los mineros son vergonzantes, no defienden su actividad legítima y no han hecho nada para mejorar su imagen de destrucción contra la naturaleza y su muy bajo aporte social y económico en los municipios donde se trabaja.

Otra de las consecuencias es la falta de sincronización entre las autoridades mineras nacionales y esa actividad económica en la provincia. Las llamadas consultas previas que son necesarias se han convertido en un obstáculo para el desarrollo y en uno de los impuestos más altos para el desarrollo de regiones que no tiene más alternativa que explotar de manera sostenible sus recursos naturales. Desde Bogotá se ponen las normas, pero no se les hace seguimiento y las empresas que han obtenido títulos mineros o licencias de explotación no encuentra un socio estratégico que les ayude a sensibilizar las comunidades sobre los beneficios de una actividad extractiva responsable. Un ejemplo de trabajo comunitario en el sector minero son las cementeras que se preocupan por explicar su papel en la comunidad y en la economía y nadie duda en sus zonas de influencia del papel que juega esta actividad en la construcción de las viviendas.

Una de las consecuencias más directas es qué va a pasar con las regalías de estos pueblos que reniegan de las actividades extractivas en su territorio y si seguirán recibiendo recursos provenientes de regiones que sí han sabido convivir con la explotación de petróleo o carbón de manera más sostenible. En este frente habrá que zanjar una discusión muy grande, si los municipios renegados del No seguirán recibiendo dinero del Estado proveniente de las minas en otros lugares de Colombia. En lo que resta del año hay más consultas municipales y hasta departamentales para saber si se explota o no la minería, pero nadie ha sido capaz de salir en defensa de una actividad económica que ha llevado a varios países a etapas de desarrollo y bienestar superior en donde la distribución eficiente de las regalías es una forma de decir Sí.

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