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Comportamiento de la inflación en Colombia
El costo de vida en Colombia, medido por la inflación, es el verdadero problema que enfrentan los 14 millones de familias a las que no les alcanza el dinero para las compras
El Índice de Precios al Consumidor, que mide la inflación o el costo de vida en la economía colombiana, lleva tres meses subiendo sin que las autoridades constitucionales designadas para manejarlo cumplan la meta de poner la variación de precios entre 2% y 4%, objetivo que no se va a lograr durante en 2025 y que tardará hasta el segundo semestre del nuevo año en alcanzarse.
El escenario, en términos de costo de vida, es bastante malo y el dinero a los 14 millones de familias no les alcanza para cubrir sus compras, pagos de servicios públicos, movilizarse, educarse o entretenerse. Es válido decir que todo está muy caro, así las cifras del Dane dicten que el IPC solo ha subido más de 5% si se mide anualizado y más de 6% en el año corrido.
El dato de inflación para septiembre cerró en 5,18%, lo que representa un incremento desde junio de este año, mes en que el Índice de Precios al Consumidor, IPC, cerró en 4,82% y de ahí no ha parado su ascenso: en julio subió a 4,90% y en agosto a 5,11%.
La mayor variación está en los alojamientos, agua, electricidad, gas y otros combustibles, con 1,51 puntos porcentuales. Los alimentos y bebidas registran 1,17 puntos; los restaurantes y hoteles, 0,82 puntos; el transporte, 0,68 puntos; y educación, 0,29 puntos porcentuales.
Lo más preocupante del alto costo de vida que registra Colombia, el tercero más abultado de la región, solo después de Venezuela y Argentina, es que son alimentos y los servicios públicos los dos sectores en gastos más difíciles de bajar. El kilovatio hora que determina el costo de la energía ha estado por encima de los $2.000 y se nota en las facturas de las familias y las empresas, entre tanto, los alimentos se han visto afectados en las ciudades del centro del país por el mes de interrupción en la vía que comunica a Bogotá con los Llanos Orientales, la tradicional despensa de alimentos.
Esta situación ha hecho que el Banco de la República mantenga una tasa de interés de 9,25%, una de las más altas en la región porque no ve una coyuntura para llevarla a terrenos de 8%, pues aún está lejos el rango meta de la inflación.
El otro aspecto es que el Gobierno esperará a la inflación causada hasta noviembre -tal como sucedió el año pasado- para subir por decreto el salario mínimo en 9% más o menos, una de las decisiones, a los ojos del Emisor, que más ha contribuido a las altas tasas de inflación del año en curso.
Para conocer las cifras constitutivas con las que se incrementa el salario mínimo, inflación causada más la productividad, se debe esperar hasta bien entrado diciembre para analizarlo, pero como van las cosas, es muy factible que sea 4,90% de IPC más 2 puntos de productividad basados en el Indicador de Seguimiento a la Economía, que ha sido alto en lo corrido del año, y así poner una cifra de entre 7% y 9% para el incremento salarial para el nuevo año.
La gran batalla de final de año que tienen que dar los generadores de empleos formales y contribuyentes es que el incremento del salario mínimo sea un buen negocio para todos, que no se repita la historia anual de que los costos de febrero absorben el incremento, pues a mayor dinero y menos oferta de productos y servicios, siempre todo será más caro.
Son los ministerios de Comercio, Agricultura, Energía y Hacienda, los verdaderos jugadores en términos de políticas públicas del alto costo de vida, lo que explica que en esta administración no se haya logrado controlar este problema por la tensión entre el sector público y el productivo.
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