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EDITORIAL

¿Al fin qué, viene un Niño leve, corto o no vendrá?

viernes, 4 de agosto de 2023

En junio hubo lluvias inusuales, lo mismo que en julio, y los pocos días de agosto han estado pasados por agua ¿qué tan precisos son los pronósticos de un próximo fenómeno del niño?

Editorial

Nada más impreciso que los pronósticos del clima en Colombia, o más bien en los países tropicales. Y es que esta caótica situación se origina por la poca o nula inversión gubernamental y privada en satélites climatológicos y meteorológicos más sofisticados, para saber con detalle qué clima se dará en una, dos o tres jornadas por delante.

En esta región del mundo, nunca ha sido habitual preocuparse por el clima, pues todo está determinado por unos meses de abundantes lluvias, otros más secos y otros de lluvias esporádicas; otra cosa son las temperaturas que no varían, casi todas las poblaciones colombianas tienen los mismos grados todo el año, solo cambia un poco cuando llueve.

Y en las zonas andinas, casi todo es siempre igual, las siembras y cosechas son al destino del ojo del productor y por fases de la luna. Las aplicaciones de los celulares son muy básicas y bastante erradas, lo mismo que a las que se puede acceder por páginas especializadas por internet. En conclusión, el clima es toda una lotería en Colombia y no es un tema que trasnoche a las personas para vestirse, movilizarse al trabajo, tomar decisiones o para definir sus jornadas.

Distinto es en los países que tienen bien marcadas las estaciones. Pero cuando se habla de los fenómenos de La Niña y El Niño, las cosas cambian, particularmente en Colombia en donde, entre 1992 y 1993, se sufrió un fuerte apagón o racionamiento eléctrico que incluso llevó a que se corriera el horario para aprovechar más la luz del sol.

Hablar de Niño en Colombia es algo así como mencionar al diablo, genera miedo y pone a las personas a pensar cómo evitarlo. Desde hace más de un año, justo cuando se experimentaban casi 30 meses de lluvias permanentes en todo el país, los expertos meteorólogos hablaron de un inminente Niño en el segundo semestre de este 2023.

Han pasado ya dos meses y las lluvias han menguado, pero los días secos de sol y calor no llegan en plenitud. Los meteorólogos y economistas tienen algunos vasos comunicantes en sus vaticinios científicos: pronostican algo durante seis meses del año y en los meses restantes explican por qué no se dieron sus conclusiones. Tal como van las cosas en agosto, este mes tampoco se le verá la cara a El Niño, sin que los agoreros que lo invocaron digan algo en plan de explicación.

Y todo se debe a que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam, basa sus datos en personas, en operarios que van y revisan personalmente los niveles de los ríos, miran al cielo, sin tecnologías de punta y basan todo su andamiaje en cábalas literales. Eso sí, el Gobierno Nacional ya destinó millonarios recursos a la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres para evitar estragos ocasionados por las sequías durante este 2023, un monto enorme que se irá en más funcionarios, contratistas y demás personas que viven de la plata de los impuestos sin resultados a la vista.

La firma calificadora de riesgos, Moody’s, ha dicho que gobiernos, empresas e infraestructura de América Latina cuentan con menos flexibilidad financiera para hacer frente a El Niño: “el impacto a corto plazo del nuevo Niño en el crecimiento del PIB dependerá de su gravedad, y los efectos a largo plazo dependerán de los daños en carreteras, escuelas y hospitales”. Como siempre en Colombia, el dinero está, pero será mal ejecutado y mucho se irá en corrupción.

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