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ANALISTAS

Verdades sobre la economía de Estados Unidos

miércoles, 8 de enero de 2014
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La economía de los Estados Unidos muestra indicadores que confirman que su crisis ha sido completamente superada: el índice de desempleo se reduce constantemente, la inflación está controlada, el índice Dow Jones llega a sus máximos históricos superando ampliamente el índice Dow Jones los 16.400 puntos -señal inequívoca de prosperidad económica-, su autoabastecimiento de energía -petróleo y gas- está “a la vuelta de la esquina”, el precio del oro (refugio de los inversionistas en las crisis económicas) se desploma alrededor de US$1.200 dólares la onza.

Sin embargo, la Reserva Federal anuncia que solo reducirá en 10 billones de dólares las inyecciones de dinero a su economía  -77 billones de dólares mensuales, un trillón anual - “hasta tanto la economía no dé señales de una mejor recuperación” o mejor dicho: hasta que no se debiliten suficientemente las de sus competidores. La conclusión es que el costo de su recuperación lo pagamos el resto del mundo revaluando nuestras monedas.

Frente a estas realidades, los ministros y directores de bancos centrales de muchos países en desarrollo se quedan impávidos, aceptando que el manejo de las variables macroeconómicas se las impongan otros y que sus economías regresen a su tradicional subdesarrollo. Solo las analizan con el complejo vocabulario que les enseñaron en las universidades de los mismos Estados Unidos y que ni ellos mismos entienden. 

Estamos entonces en la tercera guerra mundial, pero no con tropas, ni siquiera con misiles, que hacen daños puntuales, ni aún con bombas atómicas, que la más poderosa solo destruye parcialmente una ciudad mediana. La guerra es económica  y su principal arma es imprimir dólares que destruye las economías de los contrincantes  de un solo golpe. 

En el contexto de Latinoamérica se destaca la defensa e independencia de Brasil en su manejo económico. Este país durante muchos años y con énfasis en el presente siglo ha puesto como prioridad crear una infraestructura de vías y  un desarrollo industrial y agrícola que es ejemplo para todo el continente. Con una inflación moderada ha devaluado en menos de dos años en 40% su moneda y reducido los índices de pobreza en mucho mayor grado que cualquiera de sus vecinos.  Es un ejemplo a imitar.

Colombia no pude dejarse manipular por los manejos económicos externos, tiene que neutralizarlos a la menor brevedad e implementar un plan para reactivar la industria y la agricultura que detentan graves signos de deterioro. No puede permitir que la solución se dé sola y bruscamente cuando la economía se deprima y el desempleo y el déficit fiscal se disparen con la consecuente crisis cambiaria que devalúa la moneda y entonces se inicia la recuperación.   Advertencia: Colombia no puede confiar en el petróleo, tenemos reservas para solo cuatro años y este no genera empleo como tampoco  podrá cubrir el déficit fiscal ya que sus precios se van a reducir dramáticamente por el autoabastecimiento muy próximo de los Estados Unidos -su principal consumidor-.

Entretanto: Acaba de publicarse un análisis que prevé una fuerte reducción de la próxima cosecha cafetera en Brasil a solo 51 millones de sacos  comparada con la exagerada previsión anterior de 60 millones. Esta reducción soportará una mejoría sustancial de los precios del café arábigo ya que se da en su totalidad en estas calidades  - 35 millones vs. 45 -  y es ocasionada no por efectos climáticos sino por una agresiva poda de árboles para recuperarlos durante este periodo de muy bajos precios. Inteligente decisión tomada individualmente por miles de caficultores en Brasil.  

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