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ANALISTAS

Trump ni tan proteccionista ni Hillary capitalista

viernes, 14 de octubre de 2016
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Tras los dos debates entre los candidatos Hillary Clinton y Donald Trump, se caldean los ánimos y se polariza el ambiente político de Estados Unidos. En conversaciones de cóctel he oído desde que Trump es un demente, hasta que a Colombia le convendría más el gobierno de Hillary porque su esposo ayudó mucho a este país; lo anterior fundamentado en el titular del periódico del día, el video viral de youtube, el meme de moda o la cadena de chats. Esto obliga a examinar el pensamiento económico de los candidatos y sus verdaderas repercusiones para el comercio internacional de Estados Unidos y Latinoamérica.

Revisando las declaraciones de la candidata Clinton se tiene la percepción de estar oyendo una versión siglo XXI del New Deal del presidente Roosevelt, para activar la economía americana después de la Gran Depresión del 29. Aumentar el gasto estatal en obras públicas, acrecentar el gasto en educación e investigación, subir el salario mínimo, recuperar los sindicatos, subvencionar la educación superior, aumentar los impuestos para los ricos, garantizar la cobertura universal de salud y revisar los tratados de libre comercio; parecieran medidas de intervencionismo económico que atacan el comercio compartido entre países, cierran las posibilidades del intercambio comercial y promueven un nacionalismo económico. Recordemos la política de “Americano compra Americano” de 1933.

Por su parte, el candidato Trump con sus declaraciones incendiarias no ha cesado de señalar que los millones de migrantes ilegales en Estados Unidos han hecho desplomar el salario real de los trabajadores, que las empresas americanas ante las presiones tributarias del sistema han huido a México y China para abaratar sus costos de producción, que los tratados de libre comercio han deteriorado la economía americana y que, por consiguiente, se deben aumentar los aranceles de los productos originarios de dichos países. Las expresiones de Trump, que no es tan tonto y loco como quiere aparentar, con altas dosis de demagogia, han pretendido ganar adeptos electorales más que implementar una política económica real de gobierno. Trump como empresario y hombre de negocios, que se ha beneficiado del intercambio transfronterizo de sus proyectos inmobiliarios, sabe que cerrar las fronteras comerciales para Estados Unidos sería económicamente ruinoso y debería contar con el consenso del Congreso para reformar los tratados comerciales en vigor. Por lo tanto el proteccionismo de Trump  es más de ruido y de pocas nueces. 

Con proteccionismo o con tratados de libre comercio es una realidad que el segundo socio comercial de Estados Unidos es América Latina y el Caribe. Por lo tanto, ambos candidatos son conscientes de que una guerra económica frontal con sus aliados del patio trasero les traería más desventajas para enfrentar a sus verdaderos competidores: Asia y Europa.

Los tratados de libre comercio no son per se ni las panaceas ni las maldiciones de los países, son herramientas de doble vía que pueden ser bien o mal utilizados. ¿De qué dependen sus beneficios? De la implementación de políticas comerciales coherentes. De lo contrario podremos tener economías abiertas o cerradas, con proteccionismo de Keynes o capitalismo de Smith, y los problemas internos persistirán para tener comercio internacional. Saquemos la cabeza y miremos a nuestros colindantes y solo así nos daremos cuenta de que no siempre el jardín del vecino luce más verde, y que el presidente, sea Trump o Hillary, no pone a Latinoamérica en una situación de ganadora o perdedora en el comercio internacional, por un simple resultado electoral.

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