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ANALISTAS

La enjalma de Fedegan

martes, 22 de diciembre de 2015
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Cuando no es lanzando insidiosas afirmaciones contra el proceso de paz,  el señor Lafaurie de Fedegan dedica  frecuentemente  sus artículos a denostar contra quien esta nota escribe.  Respondo el último de ellos.

Vive molesto  porque desde el Ministerio de Agricultura resolvimos -como se dice en Antioquia- levantar la enjalma de Fedegan,  y encontramos un lomo lleno de ominosas mataduras que habían estado ocultas durante varios años para los más de 400000  ganaderos que, con sus contribuciones,  mantienen dicha federación.

Su cólera la expresa en primer lugar diciendo, como no se cansa de hacerlo, que mi gestión al frente del ministerio de agricultura fue desacertada. Los ministros somos como los toreros: quien tiene la última palabra es el respetable público. Yo me limito a constatar que durante los tres primeros años del gobierno  Santos, cuando estuve al frente del Ministerio, la agricultura creció en términos del PIB  sensiblemente mejor  que durante los tres últimos años del gobierno que  antecedió al del presidente Santos.

Vive energúmeno, en segundo lugar, porque el Ministerio le reclamó a Fedegan una estructura más democrática. Y resulta que él estaba  enseñado a manejar - y todavía sigue manejando- una estructura  cerrada que exhibe una deplorable representatividad de los ganaderos que pagan las cuotas.  La Corte Constitucional ha subrayado que si una entidad privada recibe el  encargo de manejar un fondo parafiscal, debe acreditar índices amplios de democracia en sus órganos directivos. Atributo con el que no cumple Fedegan.

Vive muy molesto también porque una auditoria especial que contrató el Ministerio, después de un proceso abierto y transparente  al que se presentaron varias firmas  y donde se seleccionó por méritos a la mejor de ellas, produjo un dictamen muy negativo sobre la gestión de Fedegan.  Vale la pena anotar que esta auditoria no costó como dice Lafaurie  $1.000 millones. La auditoria se contrató, por recomendación de la propia  Contraloría General de la Nación,  para analizar la gestión de tres fondos: el de la leche y la carne, el del cacao y el hortifrotícula. De manera que el costo que tuvo  aquella auditoria -que tanto le molestó- no fue sino una tercera parte de la cifra con la que se rasga las vestiduras el señor Lafaurie.

Y por último: anda  ahora indignado porque un reciente concepto de la Controlaría General de la Nación  reitera  lo que en varias ocasiones le advirtió el propio Ministerio de Agricultura durante mi gestión: que no era prudente comprometer, como lo hicieron las directivas de Fedegan, cerca de 40% del patrimonio del fondo  en capitalizaciones y avales para  la fracasada empresa Friogan, la cual, por haber sido mal manejada desde un comienzo ( y no por la expedición del decreto 1500 como ahora aduce malintencionadamente Lafaurie), tuvo que declararse  en insolvencia, arrastrando de paso nada menos que al fondo de la carne y de la leche, propiedad  de 400.000 inocentes ganaderos, y cuyo patrimonio está hoy en día en entredicho  por los manejos descuidados de Fedegan. 

Hecho  inédito en la historia de la parafiscalidad colombiana, en el  que por primera vez un fondo de  esta naturaleza se ve envuelto en un proceso de insolvencia.

Graves cosas todas ellas. Ojalá el Ministerio de Agricultura las evalúe con el cuidado  que le corresponde a quien tiene el deber de valorar la idoneidad de los que, como Fedegan, manejan   fondos parafiscales.
 

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