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Conectado por Quínoa

miércoles, 27 de febrero de 2013
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¿Cómo un vegano en Brooklyn, un agricultor indígena en las montañas andinas y un trabajador migrante en Lima están conectados? La quínoa. La popularidad de este “súper alimento” andino se ha disparado, pero la velocidad de su absorción global no carece de problemas.

 
La quínoa es cultivada por los agricultores en el altiplano andino (Bolivia y Perú son los principales productores) y fue domesticado por los incas hace alrededor de 3.000 años. La semilla está llena de proteínas, vitaminas y minerales, sin gluten y sin colesterol. Por esa razón la quínoa se ha vuelto muy popular entre los consumidores conscientes de la salud (especialmente los veganos) en los EE.UU. y en organizaciones como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación que están apostando a que puede ayudar a acabar con la desnutrición en todo el mundo. La semana pasada, la ONU anunció el 2013 como el “Año Internacional de la Quínoa”.
 
Suena bastante bien, ¿no? Pero, como decimos en economía “no hay tal cosa como un almuerzo gratis”. La reputación de la quínoa ha recibido un duro golpe recientemente. Un artículo de opinión en The Guardian de un periodista británico llama el comercio quínoa “otro ejemplo preocupante de un perjudicial intercambio norte-sur, con consumidores de buenas intenciones que sin saberlo aumentan la pobreza allá”.
 
Aunque la mayor parte de este artículo es “rubbish”, como dicen en Inglaterra, la controversia plantea una cuestión importante acerca de las cadenas mundiales de alimentos. En la economía global de hoy en día ya no podemos ser ignorantes de cómo los bienes que consumimos se producen.
 
Las cuestiones destacadas por los que no les gusta la quínoa se centran en dos áreas. El primer argumento es que la quínoa es tan cara-su precio se ha triplicado desde 2006 gracias a la creciente demanda de los extranjeros-que las personas locales ya no pueden permitirse el alimento sano y consumen, en su lugar, los alimentos chatarra importados.
 
Esta es la parte “rubbish”. Un agrónomo boliviano dijo a The Guardian en un artículo diferente que los productores de quínoa han “occidentalizado sus dietas debido a que tienen más beneficios y más ingresos. Hace 10 años sólo tenían una dieta andina frente a ellos. No tenían otra opción. Pero ahora hacen y quieren arroz, fideos, golosinas, Coca-Cola, ¡quieren todo!”.
 
De acuerdo con la ONU y otros investigadores la quínoa que se vende en los mercados tradicionales de las zonas rurales sigue siendo accesible. Comedores de quínoa en ciudades como Lima, sin embargo, se han visto afectados, ya que deben pagar precios más altos y no ven ninguno de los beneficios del auge de la demanda externa.
 
El segundo argumento es que el aumento de la demanda está provocando una rápida expansión de la producción de quínoa que está dañando el medio ambiente. Recientemente, el gobierno boliviano amonestaron a los agricultores por sembrar en las zonas donde pastaban las llamas -al parecer el estiércol de llama es parte integral de la fertilización de la quínoa-y del agotamiento de los suelos por no usar correctamente la rotación de cultivos. La falta de estiércol de llama en las fincas más grandes está dando lugar a un aumento de los fertilizantes químicos y el manejo del cultivo pobre está provocando la desertificación. Estos son los aspectos negativos del boom de la quínoa pero los alimentos que comemos aun más comúnmente como el cerdo y la carne tienen un impacto mucho mayor sobre el medio ambiente (y menos beneficios a los agricultores andinos).
 
El hecho de que la quínoa no es perfecta en todos los sentidos no significa que debamos dejar de consumirla. Lo que hace es recordarnos que nuestros hábitos cotidianos y compras están impactando en las personas y comunidades más allá de nuestras fronteras. El vegano de Brooklyn que está comprando una caja tras otra de la quínoa está mejorando su propia salud y aumentando los ingresos de los agricultores andinos y sus familias. Pero también están afectando el medio ambiente y puede ser lo que hace más difícil para un trabajador en Lima para proporcionar un alimento que él o ella creció comiendo.
 
Todos estamos conectados ya sea por la quínoa, la carne de res, el petróleo o una iPad, pero depende de nosotros tomar las decisiones correctas.

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