Dependerá el éxito del segundo período de gobierno del presidente Barack Obama, y del mundo entero tras él, de que ajuste sus programas de gastos a sus ingresos, de que ayude a reactivar la economía mundial y a preservar la estabilidad.
En su discurso de posesión afirmó haciendo referencia a Afganistán, “diez años de guerra se están terminando” y “la recuperación económica se ha iniciado”. Pero la guerra no parece estar terminando, Siria es un polvorín, y la recuperación económica no satisface.
Las utilidades de las empresas sí han aumentado, los precios de las viviendas se han recuperado en forma modesta, pero el empleo ha avanzado poco y el endeudamiento nacional se ha elevado. En el frente económico pasa su cuatrienio por estrecho margen.
Obama defendió sus programas sociales de salud y de pensiones para los excombatientes de las guerras. Su retórica de centro-izquierda no deja ninguna duda Pero sus críticos afirman que estos programas ya absorben un 40% del presupuesto nacional y que muy pronto superarán el 50%.
Tan preocupante es la situación, que a finales de 2012, Obama le presentó al Senado su presupuesto para 2013, y se lo rechazaron por elevado, con cerca del 90% de los votos, tanto sus mayorías demócratas como de las minorías republicanas.
En síntesis, casi todos desaprueban sus elevados presupuestos.
El presidente Obama inculpa de estos rechazos a sus opositores republicanos, al tiempo que los acusa de obstruccionistas, porque no le autorizan elevar los niveles del endeudamiento nacional.
Pues bien, todo parece indicar que los republicanos idearon una gran estrategia para demostrarles a los estadounidenses la cruda realidad. Le acaban de decir, perfecto presidente Obama, durante tres meses le aprobaremos elevar el endeudamiento a cambio de que, entre tanto, logre usted que le aprueben su presupuesto para el 2013 sus amigos demócratas.
Su retórica de centro-izquierda, su lenguaje fino y agresivo, bien podrían impedir que su legado resulte ser significativo, al estilo de ciertos gobernantes de Latinoamérica. Algunos comentaristas estiman que ya comenzó de nuevo a incitar a los republicanos, tanto con el matrimonio entre las parejas de un mismo sexo como con su control de las armas, para no hablar de sus eternas exigencias para elevarles los impuestos a los muy ricos.
Sobre Latinoamérica se limitó a afirmar: “Nuestro viaje no se completará mientras no hallemos una mejor forma de acoger a los inmigrantes luchadores y esperanzados que aún consideran América como una tierra de oportunidades”.