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La coyuntura del covid-19 ha retrasado los tiempos de entrega y el número de títulos disponibles en las estanterías del país
Con el auge de la lectura, la cultura y el emprendimiento, son cada vez más las editoriales independientes que entran al mercado colombiano.
Para cierre de 2021, solo en el listado de Leo Independiente figuran más de 60 librerías, del total de 110, que han lanzado hasta 3.500 títulos. Ha sido tal la acogida, que se han consolidado ferias específicas como ‘La Vuelta’ de Bibliored o ‘Noviembre independiente’ de la Cámara Colombiana del Libro.
Este año la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo) destinó el pabellón 17 solo para estas editoriales.
“Están teniendo una actividad maravillosa, son casi siempre jóvenes que están apostando a las impresiones nuevas y que contribuyen a la diversidad. También se ve participación de mujeres en la escena editorial”, destacó Consuelo Gaitán, directora de Bibliored.
El caso de la Filbo se proyecta positivo. Según cuenta Beatriz Serna Parra, del área de distribución y ventas de Tragaluz Editorial, ha sido una oportunidad de reencontrarse con lectores que llegaron en la pandemia y captar algunos nuevos.
Sin embargo, llevar los libros a las estanterías se estaría dificultando por una escasez de papel, el aumento en los costos sus procesos productivos y logísticos a nivel mundial y el aumento de hasta 25% en el costo la pulpa de madera, según cifras de la compañía de impresión comercial de EE.UU., Quad.
“Generalmente, cuando el libro llega a manos del impresor, se demora un mes y medio, dos meses; en este momento se puede tardar un mes más mientras que se resuelve qué hacer con el papel. Los precios de producción se han incrementado y en algunos casos se duplican”, explicó la vocera de Tragaluz. Esto ha hecho que algunos títulos tarden más en salir al mercado o se agoten con velocidad.
“Ha sido muy complicado, hay varios libros que en este momento no están disponibles para la venta porque las imprentas no están en capacidad de sacar las series, sobre todo, por el papel que está agotado”, explicó Catalina Salguero, de experiencia al cliente de Ícono Editorial.
Al respecto, la respuesta de Ícono y de otras editoriales ha sido buscar otra variedad de papel disponible e incluso, respaldarse en la digitalización, con bibliotecas digitales y audiolibros. “Como editorial y distribuidora nos hemos venido adaptando a estas nuevas dinámicas, pero sabemos que hay personas que prefieren el libro físico”, dijo Salguero.
A estos retos de industria se suman los que atañen al ejercicio independiente, como un acceso más reducido al público, dificultad para vender tirajes amplios y costos de producción.
“Debemos tener una propuesta atractiva para que el autor haga su propia inversión y a la vez nosotros podamos mostrarle un camino de pronta recuperación de su inversión, lo cual nos obliga a trabajar con márgenes de utilidad muy bajos”, concluyó Claudia Rincón, gerente de Proyectos Sin Límites.
Ante la coyuntura, las editoriales destacan que el apoyo de los lectores, junto con la divulgación de sus títulos y ejercicio editorial, se vuelven clave si se busca rentabilidad.
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