Recorrió un largo camino, más de 12 horas de vuelo para hacer una de las cosas que más le gusta de su trabajo: poder dialogar con las nuevas generaciones de periodistas que ven con fascinación lo que él hace.
Se trata de Günter Wallraff, el periodista alemán de quien se dice es el padre del método de inmersión en el mundo, quien se reunió con cientos de estudiantes de periodismo en la tarde del lunes, en el acto inaugural del quinto Encuentro de Periodismo que se desarrolla dentro de la Feria Internacional del Libro de Bogotá.
Durante 80 minutos estuvo compartiendo algunas de las claves de sus métodos de trabajo, verdaderas clases de periodismo, en una charla con el escritor Juan David Correa.
Pero minutos antes, se reunió con las madres de los niños perdidos de Armero, quienes le contaron acerca de la lucha que mantienen en conjunto con la Fundación Armando Armero, para conocer la verdad entorno de aquellos niños que sobrevivieron a la tragedia pero que por diversos motivos no pudieron reunirse con su familia.
La charla giró en torno a la importancia de ser otro para comprender la realidad de diferentes sectores de la realidad, en especial aquellos que viven oprimidos, para dar a conocer las injusticias y desigualdades que sufren.
Para quienes no conocen el trabajo de Günter Wallraff, su forma de trabajo en el periodismo se basa en la suplantación de identidades y así realizar investigaciones que lo han llevado a resonar por el mundo entero. Por eso, ha sido operario metalúrgico, indigente, e incluso afroamericano, siendo estos tan solo algunos de los tantos papeles que ha desempeñado con el objeto permanente de buscar justicia.
“No estudié periodismo, pero llegué a él con las ganas de mostrar las injusticias que se siguen cometiendo en el mundo y a todo nivel. Creo que es una responsabilidad del periodismo, así se ponga la vida en riesgo”, comentó el periodista alemán.
Fue poco tiempo para conocer al detalle todos los elementos, historias y anécdotas de décadas de trabajo de periodismo encubierto, como la ocasión que pintó su piel de negro para demostrar la permanencia del monstruo del racismo, que a pesar de las cicatrices que dejó con la Segunda Guerra Mundial, se mantiene deambulando por Alemania.
“A veces la sociedad no quiere ver lo que está en sus narices, y piensa que si lo ignora, no existe, pero el periodista debe hacer todo lo contrario, como el convertirme en un inmigrante turco en Alemania. Sólo así logré comprender de primera mano lo que conlleva ser un extranjero en un país que es su hogar”, así fue que se generó “Cabeza de turco”, su mayor éxito editorial.
Pero también el terminar en una cárcel de Grecia por cuatro meses, donde fue preso político en medio de la dictadura. “En esos momentos no había libertad de prensa. Nadie decía lo que realmente sucedía, por eso me convertí en preso político, donde me torturaron y me golpearon, pero al salir, pude contar lo que realmente sucedía en ese país”.
Las anécdotas de Günter son muchas, pero el tiempo corto, pero sin duda generó más inquietudes que respuestas dentro de los estudiantes de periodismo con quienes se encontró, para que tengan más clara las responsabilidades que tiene un periodista en un país como Colombia, a quienes les dio un consejo: “Hay que tener un plan B, pero si deciden dedicarse a esto, el especializarse es el camino del periodista”.
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