El Zipa, Lucho, Egan y el sol que alumbra

Aquella noche del 8 de julio de 1988, el grupo de periodistas colombianos hacía cábalas sobre cuándo tomaría Lucho Herrera el liderato del Tour de Francia. Ese día, el Jardinerito había realizado una soberbia actuación en la contrarreloj de Wasquehal (en los límites con Bélgica), al perder 1,41 con el ganador, el británico Sean Yates.

Lo que vendría después en el trazado de la Grand Bouclé sería el paso por los Alpes y luego por los Pirineos. Era tal la forma deportiva del corredor de Fusa que el grupo de comunicadores alentaba, y con algo de razón, que pronto se vería a Herrera enfundado en el Maillot Jaune. Incluso al día siguiente, la premonición tendría eco en la portada del prestigioso periódico L’Equipe que titulaba: “Herrera, la amenaza”.

Pero el transcurrir de las etapas mostraría una realidad diferente. La memorable actuación del boyacense Fabio Parra en la fracción 11, al ganar en Morzine y destacarse luego al día siguiente en Alpe d’Huez, lo llevó a ocupar el tercer cajón del podio en París, en tanto que Lucho Herrera fue sexto en la general final.

Ni Lucho Herrera, ni Fabio Parra, ni Oliverio Rincón y tampoco Álvaro Mejía -hoy médico-, en medio de sus denodados esfuerzos tuvieron la recompensa y el honor de ponerse la camiseta amarilla, la más buscada y señalada por los miles de aficionados que se aglomeran para ver pasar el Tour de Francia, una auténtica fiesta del verano europeo.

En las ediciones del inicio del siglo XXI, la lista de los aspirantes a llegar al codiciado podio como líder de la competencia mostró a Santiago Botero, quien a pesar de haber derrotado a Lance Armstrong en las contrarrelojes de los años 2000 y 2002, tampoco fue premiado con el amarillo a pesar de su notable entrega y tesón. Pero la camiseta de la montaña se convirtió en su conquista en el 2000.

La obtención del distintivo de líder fue un sueño que se vio aplazado muchos años para el ciclismo criollo, hasta el Tour de 2003, cuando Víctor Hugo Peña se puso la codiciada prenda en Saint-Dizier, haciendo parte del US Postal, ganador de la contrarreloj por equipos y liderado por Lance Armstrong. La dicha duró tres días, que fueron de regocijo para el deporte de la bicicleta en Colombia, hasta que el ciclista estadounidense reclamó, en medio de los celos, lo que era suyo.

Se creía que, con los años de experiencia y la madurez obtenida en el Tour, el ciclismo colombiano podría llegar a su momento culmen, con la eclosión de Nairo Quintana, quien puso contra las cuerdas al poderío británico representado en Chris Froome. Pero el corredor del Sky no cedió ante las pretensiones del boyacense del Movistar, quien fue campeón de la montaña, mejor joven y uno de los más batalladores de la edición de 2013. La confrontación se extendió al 2015, cuando el corredor de Cómbita fue igualmente segundo en la general, a 1,12 de Froome, y el mejor de los jóvenes.
Pero la insistencia colombiana en pos de ese liderato que también luchó Rigoberto Urán en el 2017 y que perdió finalmente por 54 segundos ante Chris Froome, tendría que brindar sus efectos de algún modo. La segunda presencia tricolor en lo más alto del podio fue en 2018, con motivo del triunfo del sprinter antioqueño Fernando Gaviria en la etapa inicial del Tour. Pero al día siguiente perdió la prenda amarilla con Peter Sagan -campeón de los puntos nuevamente-, a quien había vencido en la fracción inicial del año pasado.
Sin embargo, 36 años después de la primera intervención de Colombia en el Tour (1983), fue el cundinamarqués Egan Arley Bernal, a los 22 años y 193 días de edad, el encargado de configurar la leyenda, en una etapa atípica, la 19, llena de contrastes y que no tuvo ganador debido al cierre de la carretera por el granizo y los deslizamientos que se presentaron antes de la meta en Tignes. Sería en el Col de l’Iseran, donde se hizo realidad el codiciado sueño amarillo, ante la confusión general.

Egan, criado y hecho ciclista en Zipaquirá lo mismo que el ganador de la primera Vuelta a Colombia, “el Zipa” Efraín Forero, se vistió de sol ese viernes, en medio de una inocultable emoción. Así encaró el epílogo de la conquista. El ideal de Herrera, Parra, Rincón, Mejía, Botero, Mauricio Soler, Quintana, Urán y varios más, fue también el mismo de Bernal, quien lo alcanzó y pudo ponerse la prenda amarilla, para convertirse en el tercer corredor más joven de la historia y campeón de la prueba de ciclismo más importante del planeta. Pasarían 31 años para que esos viejos cronistas que se reunieron en aquel hotel de Wasquehal vibraran de alegría como lo hace hoy todo un país.