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Gregorio Obregón Rubiano.
El 16 de diciembre falleció el reconocido a los 82 años de edad. Residía en Ruidoso, Nuevo México, desde hace más de 25 años
El pasado 16 de diciembre falleció el reconocido banquero Gregorio Obregón Rubiano, a los 82 años de edad. Residía en Ruidoso, Nuevo México, desde hace más de 25 años.
De su matrimonio de más de cinco décadas con Becky (Mrs. Obregón) a quien todos sus exalumnos del Colegio Nueva Granada recuerdan con inmenso cariño, tuvo dos hijas, Verónica y Cristina, nietos y un bisnieto, a quienes inculcó valores humanos: respeto al prójimo, dedicación a la familia, demostrando una capacidad de enfrentar los más difíciles desafíos viendo siempre el “vaso medio lleno” sin tener resentimientos ni deseos de resarcimiento. Lo sucede, asimismo, su hermana Rocío.
Su carácter jovial era propio de los Obregón. Sentía un cariño enorme por Barranquilla, transmitiendo ese apego por la tradición. Era notable su amor por Colombia cuyo reflejo se evidenció en el liderazgo que, en su posición de banquero, tuvo en los diferentes proyectos que apoyó tanto en el sector público, como en el privado.
Estudió Economía en Texas Tech (Lubbock) y comenzó su carrera profesional en el Banco de Bogotá, pasando posteriormente al Banker´s Trust en Nueva York. Presidió ese Banco en Panamá y Miami, para luego dirigir su oficina de representación en Bogotá.
Como banquero se ganó el respeto de la comunidad por su dedicación y empeño, ejemplo de integridad profesional. Al retirarse del Banker´s Trust, aceptó la presidencia de la Junta Directiva del Banco Andino. Dicha labor generó una vez intervenido el banco, acusaciones para él y otros directivos. La liquidación de la institución dio pruebas de que no hubo ninguna impropiedad dado que evidenció que la causa no fue un problema de insolvencia, sino de iliquidez, motivada por la crisis de 1999.
La manera como superó el exilio involuntario confirmó su grandeza de espíritu. Dio un ejemplo de estoicismo admirable. Superó enormes pruebas y se ajustó a las dificultades que le presentó la vida, con entereza y sencillez. Siempre con capacidad de diálogo con los más poderosos y los más humildes, nunca dejó de irradiar una excepcional energía positiva y con entereza y serenidad pudo trascender, al dejar un legado de calidad humana. Su amor por la naturaleza ayudó a poder superar el sentimiento de “saudade” por todo lo que dejaron atrás él y su familia en Colombia.
Quienes se cruzaron en su camino pudieron beneficiarse de su generosidad de espíritu manifiesta y totalmente desinteresada. Solo el recuerdo de alegrías compartidas y de enseñanzas recibidas nos permitirá a tantos que lo quisimos superar el dolor y el vacío que causan su ausencia física.
Reiner fue encontrado en su casa de Los Ángeles el domingo junto a su esposa, Michele Singer Reiner, y ambos parecían haber fallecido por heridas de arma blanca