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Las locomotoras se constituyeron en la apuesta principal del Gobierno Santos y el eje tanto de su plan de Gobierno para el período 2011-2014, como de su estrategia comunicacional. Sin embargo, las cinco cacareadas locomotoras nunca arrancaron, sin excepción. Es evidente que la consecución de objetivos que se auto-impuso el Gobierno Santos estuvo absolutamente por debajo de lo prometido.
La de infraestructura es la locomotora con el mayor rezago y es tal vez el ejemplo más representativo de un sistemático problema de mentiras y promesas incumplidas del Gobierno Nacional a las regiones.
Para destacar, los siguientes puntos: la meta del número de nuevos kilómetros de doble calzada construidos, establecida en 1.031 para el cuatrienio, será en 2014 de 624. El número de nuevos kilómetros de red férrea en operación, que debía llegar a 1.154, será de 846. Las toneladas de carga transportadas por el Río Magdalena, propuestos en 6 millones para el cuatrienio, serán apenas 2,4 millones. Así mismo, los kilómetros de mantenimiento de la red terciaria, propuestos en 50.000, serán apenas de 24.000. Además, sólo se logró el 83,5% de avance sobre los proyectos de concesiones aeroportuarias en el país.
Finalmente, la inversión en infraestructura nunca se ha acercado a 3% del PIB, estándar internacional de economías emergentes que pretenden iniciar un proceso serio hacia el desarrollo. De hecho, y para llamar la atención, la inversión en construcción y mejoramiento de infraestructura de trasporte para 2015 es de $5,56 billones, lo que representa menos del 0,8% del PIB.
Adicionando a esta falta de seriedad en el cumplimiento de los objetivos, encontramos que la infraestructura se pasó cuatro años en una combinación de exceso de estudios no ejecutados, falta de interés de los privados en la ejecución de obras, parálisis por licencias ambientales y consultas con comunidades, así como un aplazamiento constante en el inicio de obras.
El ejemplo más patente de esta inoperancia de grandes macroproyectos son las Autopistas de la Montaña, obra en la que se perdieron cuatro años y en la que hoy existe total incertidumbre de su real inicio o finalización, pues el gobierno Santos recibió un proyecto ya adjudicado a la empresa estatal ISA y se encargó de cambiar condiciones, especificaciones, concesionarios, costos, entre muchas otras circunstancias que se encargaron de paralizar el avance económico del país.
El incumplimiento del Gobierno fue recurrente en los más importantes proyectos denominados de “Gran Impacto Regional” en materia de infraestructura. En el Plan Nacional de Desarrollo 2011-2014, se mencionaron como prioritarios: el segundo túnel de La Línea (Túnel Segundo Centenario); la navegabilidad de los ríos Magdalena, Putumayo, Meta y Caquetá, los canales de acceso a puertos, la consolidación de la Red Férrea del Pacífico; el tren del Carare y la consolidación de los corredores viales: Bogotá-Buenaventura, Bogotá-Cúcuta, Bogotá-Villavicencio, Arterias del Llano, Conexión Sur Colombia-Ecuador, Autopistas de la Montaña, Transversal de las Américas y Ruta del Sol.
Cualquier persona que recorra con un mínimo de juicio las regiones de Colombia se dará cuenta de que ninguna de esas obras fundamentales para nuestra competitividad está hoy funcionando, y mucho menos se avizora una real fecha de entrega a la comunidad de cualquiera de ellas.
El resumen es claro: perdimos cuatro años completos en materia de infraestructura, ahí están los resultados verdaderos, esos que Santos no puede ocultar.
Los canales navegables
La navegabilidad de los ríos Magdalena, Putumayo, Meta y Caquetá merece un extenso análisis. En particular, Planeación Nacional informa que para el río Magdalena, el proyecto apenas fue adjudicado el 15 de agosto y hoy se encuentra sin cierre financiero.