MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
El puerto de Chancay está diseñado para recibir mega buques portacontenedores, facilitando el comercio internacional entre Asia y América Latina.
El proyecto a cargo de Cosco Shipping está atrayendo la atención de inversionistas nacionales e internacionales, quienes ven en Chancay un punto estratégico para el comercio
La pequeña ciudad costera de Chancay, ubicada a unos 80 kilómetros al norte de Lima, está en el umbral de una transformación significativa con el próximo inicio de operaciones del Puerto de Chancay. El proyecto a cargo de Cosco Shipping está atrayendo la atención de inversionistas nacionales e internacionales, quienes ven en Chancay un punto estratégico para el comercio y un potencial epicentro de desarrollo inmobiliario. Desde el inicio de la obra en 2016, el precio del m2 ha ido subiendo, impulsado, en parte, por proyecciones que anticipan un aumento en la demanda de vivienda hasta cinco veces más que el nivel actual.
En conversación con Gestión, Juan Álvarez, alcalde de Chancay, indicó que cerca de 352 kilómetros cuadrados, es decir, el 40% del área total del distrito está urbanizado y es de uso agrícola.
“Desde el inicio de la construcción del puerto, la variación de precios ha ido escalando en la ciudad, especialmente en las zonas más cercanas al terminal marítimo. Actualmente, tenemos un 60% de territorio que aún está libre para inversiones, pero no se puede tener nada concreto hasta tener el Plan de Desarrollo Urbano”, indica.
Variación de precios
El burgomaestre recuerda que antes del anuncio de la construcción del megapuerto, los terrenos periurbanos tenían un costo de US$2 por m2. Actualmente, el precio en estas zonas ronda los US$35.
“Hace 15 años atrás, incluso, podíamos encontrar terrenos a US$1 el m2. Es decir, el valor del metro cuadrado en la zona periurbana ha aumentado un 1.650%, aproximadamente. Ahora, el precio del suelo se va encareciendo mientras más cerca esté al puerto”, asegura Álvarez.
Solo en intereses, las naciones en desarrollo pagaron US$415.000 millones, recursos que dejaron de destinarse a servicios esenciales como educación, salud primaria o infraestructura básica
El índice califica el riesgo político en una escala de 0 a 100, donde 100 representa el riesgo máximo y el peligro inminente de colapso
Los niveles de empleo se mantuvieron prácticamente sin cambios, como consecuencia de la reticencia de las empresas a contratar