Peña Nieto y el bilateralismo con los Estados Unidos

Se aproxima el último mes del año y paradójicamente será el primero del gobierno que liderará en México el gobernante del PRI, Enrique Peña Nieto. En tres días Felipe Calderón entregará el país en condiciones relativamente favorables a su actividad como cabeza del Ejecutivo mexicano, y será el presidente Peña quien asumirá los retos y compromisos que siguen considerándose pendientes por superar.

A partir de la negociación, firma y puesta en marcha del tratado de libre comercio entre México, Canadá y los Estados Unidos (Nafta, por sus siglas en inglés) en 1994, la historia mexicana ha estado rodeada de múltiples expectativas que, combinadas con sus realidades, enseñan un ‘collage’ de avances y retrocesos que bien valdría la pena mencionar. México es un país que cuenta con unos 110 millones de habitantes, que conviven con un PIB aproximado de US$1,2 billones, ubicándose en la posición número 14 a nivel global, de acuerdo con cifras del Grupo del Banco Mundial y del FMI. Sin embargo, el país que Calderón entrega al nuevo habitante de Los Pinos tiene muchos retos por delante y será el acompañamiento que la sociedad haga de las políticas sugeridas, el que brinde posibilidades de alcanzar resultados más impactantes que los hasta ahora obtenidos.

Con base en un reciente informe de la Unam, el analfabetismo se ha incrementado. Señalar, por ejemplo, que existen en el país casi seis millones de analfabetas mayores de quince años es terrible, pues hace diez años -de acuerdo con el mismo estudio- la cifra era inferior. A simple vista puede indicarse que la actividad del gobierno en lo que respecta a cobertura y calidad de la educación es deficiente. En términos de desempleo, el país latinoamericano presenta niveles tolerables, pero no se ha estabilizado en un punto que genere tranquilidad. Su tasa de desempleo es de 5,04% (para el mes de octubre). La cifra es muy buena en tiempos críticos, pero viene ascendiendo, dado que para septiembre fue más baja. Combinada con la muestra de inflación hasta noviembre, que es del 4,36%, denotan un escenario en el que el presidente Peña Nieto puede trabajar sin mucho inconveniente.

No obstante, hay dos temas que tendrá que enfrentar de manera directa y que el ciudadano puso por encima de muchos otros al momento de la elección. De un lado está la manera en que enfrentará al narcotráfico y la corrupción que se genera con las dinámicas del primero. Por otra parte está el 46,2% del total de la población que se halla por debajo de la línea de pobreza. Tristemente, hay más pobres en México hoy que hace un par de años. CNN reportó que el número de personas en dicha situación, subió de 48,8 a 52 millones entre los años 2008 y 2010, traducido en el porcentaje que se ha citado. Mientras los indicadores de pobreza extrema se han ubicado en 10,4%.

A la par con la escritura de estas líneas, avanza el encuentro entre el presidente Barack Obama y el electo mexicano, Enrique Peña Nieto. En el encuentro bilateral desarrollado en la Casa Blanca se están tratando temas puntuales relacionados con la economía de ambos países, la migración entre ellos (fundamentalmente desde México hacia Estados Unidos), el empleo y la seguridad, tanto en la zona fronteriza como en los contextos geográficos totales de ambos Estados.

Estados Unidos es el compañero político-económico natural de México. La lógica del encuentro desarrollado abre mayores posibilidades para que el presidente ‘priista’ maniobre con holgura contra la delincuencia trasnacional. La relación entre las dos naciones se aprovecha de mejores resultados en la lucha contra la emigración ilegal desde México hacia el norte y por un esfuerzo notable por parte de las instancias gubernamentales contra los actores que permean la seguridad y desestabilizan la institucionalidad.

El encuentro resulta como un aliciente preciso para comenzar una etapa de renovación en México, pero a su vez para relanzar una de las relaciones bilaterales más estrechas de toda América.