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La vida en el borde de las "viviendas suicidas" que desafían la gravedad en Bolivia
Expertos y funcionarios de la ciudad dicen que el acantilado se está erosionando, haciendo las viviendas aún más peligrosas
En la ciudad de El Alto, en las tierras elevadas de Bolivia, la fila de coloridos techos de metal corrugado distrae por un momento de la aterradora vista de abajo: una caída abrupta a centímetros de las casas, conocidas localmente como "hogares suicidas" por el riesgo que corren los habitantes.
La delgada hilera de estructuras cuelga literalmente al borde de un acantilado de tierra con una caída de cientos de metros hasta el escarpe rocoso que hay debajo. Expertos y funcionarios de la ciudad dicen que el acantilado se está erosionando, haciendo las viviendas aún más peligrosas -de ahí su apodo.
Las precarias casas a menudo sirven como lugar de trabajo para los chamanes aymaras, conocidos como yatiris, donde hacen ofrendas a la Pachamama o Madre Tierra. Pero las fuertes lluvias y el calentamiento global están socavando cada vez más los cimientos de los edificios.
“En ese lugar están a 90 grados (del precipicio).Sus cimientos ya aparecen de las casetas”, dijo Gabriel Pari, secretario municipal de Agua, Saneamiento, Gestión Ambiental y Riesgos de la Alcaldía de El Alto.
“Por eso, queremos que abandonen este lugar. Si ellos no quieren, vamos a tener que usar la fuerza”, añadió.
Los chamanes, sin embargo, se aferran, a pesar de que las puertas traseras de las casas desmenuzadas solo tienen una repisa estrecha antes de que el suelo se caiga completamente.
“Nosotros no vamos a movernos, porque aquí trabajamos”, dijo el yatiri Manuel Mamani, haciendo una ofrenda a la Pachamama en una hoguera fuera de su casa. “Eso sí, nosotros vamos a cuidar. El agua de lluvia vamos a empujar para que resbale a otro lado”, agregó.
El Alto y la capital política La Paz, enclavada en un valle a los pies del altiplano, suelen sorprender por su paisaje escarpado, lo que llevó a las autoridades locales a construir una serie de teleféricos para facilitar los desplazamientos.
Y ese paisaje se está volviendo más traicionero a medida que los patrones climáticos se vuelven más extremos, algo que se ha visto exacerbado por el cambio climático. Gabriel López Chiva, otro yatiri, confió en que la Pachamama los proteja.
“Podemos hacer una wajta (ofrenda), un pago y nunca se va a mover la tierra, porque la Pachamama necesita una wajta. No se va a mover, más bien se va estabilizar ese lugar”, dijo.
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