Eurogrupo no ve concilio con Grecia y prepara plan B por posible salida de los helenos

Los titulares de las carteras de Finanzas de la zona euro han rechazado hoy la solicitud del Gobierno griego de prorrogar durante varios días el actual programa de rescate, que expira el próximo 30 de junio, y dieron por concluidas las negociaciones con Atenas.

El país queda abocado a un impago soberano en algún momento del verano y se arriesga a una nueva fuga de depósitos bancarios a partir del próximo lunes. Esto podría obligar a imponer controles de capitales en los bancos del país, con lo que Grecia entraría en una nueva etapa en la deriva hacia la salida de la zona euro (Grexit). El impago podría llegar el próximo martes, cuando vencen US$1.677 millones con el FMI, o más adelante: el 20 de julio Atenas debe pagar US$3.914 millones al BCE y US$3.579 millones, el 20 de agosto.

"Grecia ha respondido negativamente, ha rechazado las propuestas y la opinión de los otros 18, es que lo lamentamos [...] hoy no son posibles ya más negociaciones o conversaciones", ha asegurado Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo, en la rueda de prensa posterior al encuentro.

El holandés ha anunciado también el inicio de una reunión informal del Eurogrupo, sin Varufakis, para "preparar para lo que quiera que sea necesario para garantizar que la estabilidad de la eurozona permanezca en su nivel alto".

El portavoz del ministro de Finanzas griego acusó a Dijsselbloem de excluir a Varufakis . Fuentes comunitarias afirmaban lo contrario, que había sido el griego el que había solicitado ausentarse, pero se negaron a afirmarlo on the record.

¿Cual es el plan B?

El Eurogrupo aseguró en su comunicado que "las autoridades de la zona euro están listas para hacer lo que sea necesario para asegurar la estabilidad financiera de la zona euro". Y eso precisamente es lo que debatieron los ministros, ya sin Varufakis, bajo el concepto de Plan B.

El Plan B es un concepto lo suficientemente vago como para incluir una gran variedad de medidas, pero que básicamente tiene un objetivo: amortiguar el impacto de un impago soberano de Grecia y de un colapso de su sistema financiero. Lo que ocurra antes.

Una primera podría ser la implantación de un control de capitales (corralito) en la banca griega, para evitar la fuga de depósitos. También se ha hablado de adoptar medidas de emergencia para apoyar a Grecia en una hipotética crisis social y humanitaria. Otra vertiente sería el impacto en los mercados financieros, que probablemente obligaría al BCE a intervenir y, como mínimo, ofrecer liquidez.

Pero ahí no acabaría todo. Tras una hipotética salida de Grecia del euro, se habría roto el tabú de la irreversibilidad de la moneda única, lo que plantearía la duda de si a medio o largo plazo, el caso griego podría repetirse. Según el FMI o el BCE, esto obliga a dar un gran paso hacia adelante en la integración europea, lo suficientemente ambicioso como para apuntalar la confianza de los mercados en que el hipotético Grexit sería un caso único.

Todos pendientes de Draghi

Ahora la pelota está en el tejado de Mario Draghi, presidente del BCE, que debe decidir si renueva las líneas de emergencia de liquidez a la banca griega. Si la institución monetaria corta el grifo, el sector financiero griego colapsaría. De momento, se ha limitado a enviar un brevísimo comunicado en el que afirma que "el Consejo de Gobierno del BCE celebrará una reunión a su debido tiempo para debatir la situación" y que "está vigilando muy de cerca los acontecimientos". Fuentes comunitarias apuntan que esa reunión se celebrará "antes de que abran los mercados el lunes".

Y ese sería el principal detonante de la siguiente fase hacia el 'Grexit'. La caída de la banca griega forzaría el control de capitales en el país (corralito), y el Gobierno se quedaría eventualmente sin euros. Llegaría un momento en que Atenas tendría que decidir si emitir una divisa paralela para pagar sueldos públicos y pensiones.

Con un sistema de dos divisas, donde la nueva se depreciaría con fuerza sobre el euro, y el probable desplome de la actividad económica, Grecia tendría lo peor de los dos mundos: el corsé de un area monetaria común y la inestabilidad de una pequeña divisa de un Estado semifallido con su economía en caída libre. Al final sería cuestión de tiempo que la opción de la salida formal de la zona euro pareciera la opción menos mala. El problema es que ahora mismo eso solo puede hacerse de una manera: solicitando la salida de la Unión Europea.

El referéndum

Alexis Tsipras, primer ministro griego, anunció ayer por la noche su intención de convocar un referéndum el próximo 5 de julio sobre la última oferta de la troika (Comisión Europea, BCE y FMI), en la que debía comprometerse a aplicar ajustes y reformas a cambio de US$ 17.335 millones en financiación para los próximos cinco meses.

Sin embargo, el plan del líder de izquierda radical, tenía una pequeña falla: necesitaba que el resto de socios de la zona euro prorrogara el plan de rescate varios días o semanas. De lo contrario, la oferta de los acreedores expira el próximo martes y Grecia pierde los derechos a reclamar nuevos desembolsos, por lo que no habría ninguna propuesta que votar.

Duras palabras de Dijsselbloem

El presidente del Eurogrupo no hizo ningún amago de ocultar su malestar con el Gobierno griego. Dijsselbloem aseguró que para los socios del euro el proceso no había finalizado y las propuestas no eran ni "definitivas ni fueron discutidas por el Eurogrupo", y "aún así el Gobierno griego rompió el proceso, lo rechazó y ahora lo pone de manera injusta en un referéndum", informa Europa Press.

"Tenemos que concluir, aunque sea lamentable, que el programa expirará el martes por la noche" recalcó. "Cómo Grecia piensa que sobrevivirá y lidiar con sus propios problemas no lo sé", dijo, y recalcó que nunca habría una salida "fácil" para Grecia en ningún acuerdo y "esa es la verdad".

"Si el Gobierno no está dispuesto a aceptar esta verdad y decírsela a sus votantes, entonces tienen un problema de credibilidad", afirmó Dijsselbloem.