Donald Trump, más allá del sesgo político

Más allá de los sesgos políticos y de la incertidumbre que de nuevo cobija a los mercados internacionales, desde emergentes hasta potencias; dejando a un lado sus escándalos familiares y de su controvertida filosofía de campaña, es imposible no reconocer que Trump ha vencido en cualquier campo donde ha trabajado: negocio inmobiliario, turismo, casinos, conductor de ‘reality show’ y hasta candidato a la presidencia de Estados Unidos (sin tener ningún bagaje en el ‘establishment’).

Si bien su victoria fue desconcertante, para otros la obtención de 279 votos en el Colegio Electoral solo da muestra de la estrategia de negocios aplicada a la política que el magnate utilizó y ha usado durante toda su vida, en la que ha logrado amasar una fortuna de US$3.700 millones, que si bien cayó en US$800 millones en el último año, fue un símbolo que a la población estadounidense le dio confianza y esperanza, pues si había sido tan buen empresario, ¿ por qué sería tan mal presidente?

Su ambición y su fama de depredador en las juntas directivas, bien o mal para muchos, le bastó para ganar electores y terminar con broche de oro una candidatura que comenzó el 16 de junio de 2015 y en la cual dejó a otros 16 candidatos, entre los que estaban Jeff Bush, Marco Rubio, Ted Cruz, y a otros tantos.

El empresario nacido en Queens, Nueva York, estado en el que perdió con Clinton, se convirtió en el cuadragésimo quinto presidente electo de Estados Unidos. Continuó con el emporio de bienes raíces de su padre, Elizabeth Trump & Son, en el que laboró cuando cursó sus estudios en la Escuela de Negocio de Wharton  en la Universidad de Pensilvania. En ella se quedó en 1968 y años más tarde generó una marca llamada Trump Organization que le bastó para tener su riqueza y también entrar a sectores como el del entretenimiento.

El éxito de Trump como un hombre económico trascendió su vida personal y las desacertadas opiniones que dio en contra de los latinos, mujeres y afroamericanos, no opacaron al nuevo presidente de 70 años que, al igual que el general Dwight Eisenhower en la década de 1950, no tenía experiencia en ningún ámbito de la política, pero sí reunió cualidades necesarias en ese cuadrilátero: carisma y populismo.

“Los negocios son mi forma de hacer arte”, es otra de las frases que Trump esbozó múltiples veces y que hoy relatan su triunfo. 

No importó que entre 2004 y 2015 estuviera como una celebridad de la televisión y mostrara sus dotes como jefe. Con todo lo que eso implicaba, la gente del común utilizó su paso por la pantalla chica como una plataforma para creer en él y para decir que el multimillonario era un hombre real, a diferencia de lo que se pensaba de su contrincante demócrata.

“Alguien que solo es modestamente exitoso no puede liderar el Partido Republicano. Vamos a hacer este país grande de nuevo”, dijo Trump cuando se lanzó a la contienda electoral que terminó ganando, algo a lo que estaba acostumbrado pues jamás perdió su carácter, ese mismo que a los 13 años fue el culpable de que lo internaran en la Academia Militar de Nueva York, después de que había agredido a un profesor.

Trump, sin sesgo político, termina siendo una figura odiada y amada, pero que resulta fascinante desde el punto de vista económico y del éxito.

Sin pensar en sus escándalos, que definitivamente influyen, el nuevo presidente de Estados Unidos ha triunfado en todo lo que se ha propuesto y ahora va por el mundo.