La importancia de pensar como el Tolima Grande

Antes de su división en 1905, el Tolima Grande (que comprendía los actuales departamentos de Tolima y Huila) era una de las regiones más estratégicas del país por su ubicación geográfica, su papel en la economía cafetera emergente y su peso político en el centro del país.

Esta región articulaba el altiplano cundiboyacense con el suroccidente colombiano y servía de paso natural entre la capital y el sur andino. Fue cuna de importantes líderes políticos del siglo XIX y foco de guerras civiles, pero también un motor económico basado en la agricultura, la ganadería y una incipiente minería. Su fragmentación no solo marcó una reorganización territorial, sino también una pérdida del peso político que alguna vez tuvo este eje del desarrollo regional.

Si hoy en día las cosas siguieran como antes, la sumatoria de 2,1% de participación en el PIB del departamento del Tolima más ese 1,7% del Huila nos dejaría a un Tolima Grande de 3,8%, siendo así el séptimo en contribución a la economía nacional. Pero claramente eso ya es historia, y en el presente, los tolimenses son referentes en la agricultura, ganadería, comercio y los servicios, y bien esos mismos logros los obligan a trabajar como un polígono industrial a la par de Antioquia o el mismo Eje Cafetero.

El Tolima de hoy tiene pendientes, pero también aciertos que han generado su relevancia en el mapa geopolítico del país, y es una de las zonas agroindustriales más poderosas de Colombia, incluso de lejos con voz y voto en la industria cafetera. Después de Antioquia, con más de 145.759 hectáreas, y Huila, con 114.312 hectáreas, el Tolima se posiciona como el tercer mayor productor de café, con más de 106.852 hectáreas cultivadas. Este departamento se destaca por sus cafés de alta calidad, cultivados en diferentes altitudes y microclimas, lo que permite una amplia variedad de perfiles de sabor en los granos producidos. Pero el café no es el único motor que impulsa la economía del Tolima.

El departamento también ha consolidado una vocación agrícola diversa, con cultivos como arroz, maíz, algodón y frutales, que lo posicionan como uno de los principales abastecedores del centro del país. Municipios como El Espinal, Lérida, Saldaña y Guamo son referentes en el renglón agrícola, gracias a su capacidad de tecnificación, canales de riego y experiencia productiva. De hecho, Tolima figura de forma estable entre los cinco departamentos con mayor producción de arroz en Colombia.

A esto se suma una creciente industria agroalimentaria que transforma parte de esa materia prima y fortalece los encadenamientos productivos. En paralelo, la infraestructura logística y de transporte ha ganado relevancia: con corredores como la doble calzada Ibagué-Cajamarca, el departamento se consolida como paso obligado para la conexión entre el interior y el Pacífico, lo que le ha dado un nuevo impulso al comercio y la inversión. Y si bien persisten varios retos estructurales (como el rezago en zonas rurales, el desempleo urbano o la necesidad de fortalecer la innovación empresarial), Tolima avanza con una visión de desarrollo más integrada, en la que su capital, Ibagué, juega un papel articulador entre lo rural y lo urbano, entre lo agrícola y lo industrial.