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El Papa solo vivió 19 horas y media después de la bendición del Urbi et Orbi; su partida ha marcado una contrarreloj que va hasta el 11 de mayo para elegir al nuevo sucesor del mayor cargo dentro de la Iglesia católica
Así fueron los últimos momentos del Papa Francisco
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Después de la Urbi et Orbi, el Papa logró aguantar 19 horas y media antes de morir. En su último mensaje instó a los líderes a dejar las armas
Luego de la bendición Urbi et Orbi el pasado domingo 20 de abril, al Papa Francisco le quedaban tan solo 19 horas y media de vida.
Fue su última aparición pública, un momento que no desperdició para desear una alegre y feliz celebración de la Resurrección del Señor.
En ese último contacto visual que tuvo con los miles de católicos en la Plaza de san Pedro, el papa Francisco repitió lo que se había convertido en un lema de su pontificado por la paz. Durante la bendición Urbi et Orbi de Pascua, el día antes de morir, las palabras del Papa hicieron eco de los innumerables llamamientos que había hecho a lo largo de los años, instando a los líderes mundiales a dejar las armas y a dialogar.
Tras la oración, del Sumo Pontífice se subió al papamóvil y recorrió la plaza de San Pedro y la vía de la Conciliación. Un trayecto largo en el que saludó a más de 40.000 peregrinos venidos de todo el mundo para celebrar la Pascua en el año del Jubileo de la esperanza. Esta fue su última aparición, en pleno Domingo de Resurrección. Horas después el Papa murió en El Vaticano.
Voces de todo el mundo se han expresado con dolor y agradecimiento. Algunas de sus enseñanzas y estilos que sin duda respondieron a su origen argentino, religioso Jesuita y “párroco de pueblo”, como le gustaba decir, siguen resonando entre los creyentes. Uno de sus mensajes más importantes a lo largo de su historia fue: “la Iglesia es casa de todos, capaz de curar heridas y dar calor a los corazones, y se hace cargo de las personas, con misericordia, como una madre buena que ama y quiere lo mejor para sus hijas e hijos.
Consciente de esta realidad, usaba una eficaz metáfora de guerra: “veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas. Y hay que comenzar por lo más elemental”.
En muchas otras ocasiones centró su predicación en la misericordia, en el anuncio positivo de la caridad como centro de la misión de la Iglesia”. Sus intervenciones las resumía en frases como: “Caminar, edificar, confesar”.
A los jóvenes reunidos en Copacabana, Brasil, les invitaba a “ir, sin miedo, para servir”. Y exhortó a las familias a “rezar juntos, conservar la fe y vivir la alegría”.
Y como fórmula de caridad insistía en que el verdadero poder es el servicio y el servicio exige tiempo. Así visitaba personas en las cárceles, niños en los hospitales, ancianos en casas de cuidado y a los difuntos en los cementerios, pues el Papa sabía que la predicación tenía que estar unida a la acción.
Además, en las audiencias semanales de los miércoles dedicaba tiempo a saludar, acariciar las manos a los enfermos. Impactó una foto difundida a través de redes sociales, en la que besa y abraza efusivamente a un hombre con el rostro desfigurado a causa de una neurofibromatosis, una enfermedad neuronal que causa tumores en la piel y en los huesos, produciendo gran dolor.
“El Papa tenía antecedentes de insuficiencia respiratoria aguda causada por neumonía bilateral multimicrobiana, bronquiectasias múltiples, hipertensión arterial y diabetes tipo II”.
“Durante estos 12 años, el Papa Francisco se consolidó como una figura transformadora, siendo el primer Pontífice latinoamericano y el primer jesuita en ocupar la silla de San Pedro”.
El Santo Padre siempre tuvo la intención de transmitir y enseñar. Por lo cual, utilizaba expresiones originales, que actuaban como conectores entre el lenguaje de las cosas de Dios y el de las realidades de la vida cotidiana.
De igual manera, los textos de mayor profundidad teológica, los hacía comprensibles con ideas sencillas para que todos sus seguidores entendieran el mensaje, como por ejemplo, “la Iglesia es como una gran orquesta donde cada uno enriquece a los demás, como sucede en la vida familiar".
El Papa Francisco murió de un derrame cerebral y una posterior insuficiencia cardíaca irreversible, dijo el médico de El Vaticano Andrea Arcangeli en el certificado de defunción del pontífice de 88 años.
El ictus cerebral, también llamado accidente cerebrovascular, ACV, es una situación médica crítica que se produce cuando el suministro de sangre al cerebro se ve interrumpido o disminuye, lo que provoca lesiones en el tejido cerebral. Esta interrupción puede deberse a un bloqueo en una arteria (ictus isquémico) o a una ruptura de un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico).
Suele manifestarse de manera repentina y, en muchos casos, está relacionado con factores de riesgo como las enfermedades cardiovasculares, que incrementan notablemente la posibilidad de que los vasos sanguíneos sufran daños. El certificado, que fue publicado el lunes por El Vaticano, indicó que el pontífice había caído en coma antes de su muerte en la madrugada del lunes.
Además, el Papa Francisco tenia antecedentes respiratotios y cardiovasculares como neumonía, hipertensión y diabetes. El Santo Padre confirmó en su testamento final que deseaba ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma y no en la Basílica de San Pedro del Vaticano, a diferencia de muchos pontífices anteriores.
El lugar en el que dijo que debería ubicar su cuerpo es la nave lateral entre la capilla Paolina (capilla de Salus Populi Romani) y la capilla Sforza de la mencionada basílica papal.
“Sintiendo que se acerca el ocaso de mi vida terrenal y con una viva esperanza en la vida eterna, deseo expresar mi voluntad testamentaria únicamente en lo que respecta al lugar de mi sepultura”, dice el testamento. El texto especifica que Francisco quería ser sepultado “en la tierra, sin decoración particular”, pero con la inscripción de su nombre papal en latín: Franciscus.
El cardenal Kevin Farrell, camarlengo de la Santa Iglesia Romana, fue el encargado de presidir el rito de constatación del fallecimiento del Papa Francisco, así como la colocación de su cuerpo en el ataúd. La ceremonia se llevó a cabo el lunes por la noche, a las 20:00 horas, en la capilla de la Casa Santa Marta, en el Vaticano.
Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, asistieron al rito el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, varios familiares del pontífice fallecido, y los doctores Andrea Arcangeli y Luigi Carbone, director y subdirector, respectivamente, de la Dirección de Salud e Higiene.
La misma Oficina comunicó la suspensión temporal de la misa de canonización del beato Carlo Acutis, que estaba prevista para el 27 de abril, coincidiendo con el segundo domingo de Pascua, también conocido como el Domingo de la Divina Misericordia, por el fallecimiento del Papa.
El Papa Francisco logró pasar varias complicaciones de salud a lo largo de sus años. Una de las más graves la vivió a sus 21 años por una infección respiratoria que obligó a los médicos a extirparle parte del pulmón derecho. La última hospitalización del Papa Francisco fue en Policlínico Gemelli de Roma el viernes 14 de febrero por un diagnóstico de bronquitis. Días después, el mundo se enteró que enfrentaba una infección respiratoria que puso en jaque su salud. Después de casi dos semanas mostró recuperación y participó en una misa desde el hospital.
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La autobiografía fue uno de los libros más populares del Sumo Pontífice, que además incluye fotos inéditas de su vida, anécdotas personales, entre otros
