La visión educativa del Papa Francisco

A propósito de la Pascua del Papa Francisco y su relación tan intensa con la educación que lo llevó a crear una fundación educativa “Scholas Ocurrentes” a nivel universal y a proponer la iniciativa estratégica del “Pacto Global Educativo”, comparto con ustedes la visión que hay detrás de estas acciones al respecto de la educación, especialmente para un momento tan incierto de la propuesta educativa colombiana, fomentada por una política pública que siento no se enruta en lo fundamental y en lo que debe ser el impacto real de una verdadera educación integral sostenible.

Si auscultamos y profundizamos en los documentos que el Papa Francisco escribió y nos entregó a lo largo de sus años como Pontífice, encontramos muchas referencias explícitas a la educación. Para el Papa Francisco la escuela se configura como una institución que va más allá de los límites geográficos, de sus muros y sus paredes. Hoy podríamos decir también que más allá de los campus digitales. La escuela nos rebasa para una realidad circundante, para el mundo, nos ofrece una propuesta educativa vitalicia (formar a lo largo de la vida, dicen los expertos). La educación es un acto de amor porque es generadora de vida, es pluridimensional porque es todo el ser o su dignidad humana en toda la integralidad de su existencia. Educar permite arrancar la persona de su mismidad y le ayuda a familiarizarse con su interioridad, a ejercitar sus potencialidades y abrirse a la trascendencia.

La educación es un acto de esperanza que permite romper ese círculo vicioso del escepticismo, de la increencia, de la cristalización de concepciones y actitudes contrarias a la dignidad del ser humano. Por esta razón, encontramos en los mensajes del Papa Francisco las reiterativa expresión de “no dejarnos robar la esperanza” y, por ello, también su propuesta jubilar 2025 sobre la esperanza. La educación es un factor humanizador que ayuda a romper el individualismo, a apreciar las diferencias, a tolerar al otro, a descubrir la fraternidad, a responsabilizarse por el medio ambiente. En este contexto, el Papa Francisco denunció concepciones del proceso educativo que son incongruentes con la contemporaneidad educativa, por ejemplo, la “hegemonía de los contenidos” y no la flexibilidad, creatividad e innovación. Una educación que se reduce a la transmisión de conceptos, que es propia de la Ilustración, y que es nominalista, es decir como trasmisora de nociones, es una educación que no impacta en el hoy de los aprendizajes de los estudiantes y, por tanto, del desarrollo integral de las personas y en su impacto social local y global. De allí que, el Papa Francisco denunciara enérgicamente un modelo educativo desactualizado e inocuo, ya sea en la hegemonía otorgada a los contenidos fragmentarios que propone, o en la pedagogía desconectada de la realidad que desconoce el valor de las experiencias, la diversidad y el diálogo, o en el diseño curricular que rechaza la formación multidimensional y la reflexión interdisciplinaria, ya sea en la defensa exclusiva de sus intereses, ajena a las necesidades de su entorno.

Para el Papa Francisco es muy importante la educación crítica (cfr. Evangelii Gaudium, n. 64). También lo es la educación para la emotividad (cfr. Amoris Laetitia, n. 148), la educación para la fraternidad (cfr. Amoris Laetitia, n. 194) y la educación de la memoria (cfr. Amoris Laetitia, n. 193). El proyecto educativo debe ser para una educación adecuada, para cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad, promover sin invadir (cfr. Querida Amazonía, n.28). El Papa Francisco expresa con contundencia que esta mirada integrada de la educación se ha roto. Lamentablemente, se ha abierto una brecha entre familia y sociedad, entre familia y escuela; hoy se ha roto el pacto educativo y, por tanto, ha entrado en crisis la alianza educativa de la sociedad con la familia (cfr. Amoris Laetitia, n. 84). La denuncia profética del Papa Francisco es clave para seguir apostando por una educación donde la competencia social sea lo fundamental para los estudiantes pero también para toda la comunidad académica. La causa de esta ruptura se da por la selectividad y el elitismo impuestos a la educación, con la preferencia de los más dotados y la exclusión de los demás (cfr. Discurso en el Congreso Mundial ´Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva, 21/11/2015). Los órganos de la alianza, la sociedad, la familia y las instancias de la sociedad, han renunciado a su responsabilidad, volcándola sobre los educadores, muchas veces sobrecargados de trabajo y no reconocidos (cfr. Discurso en la clausura del Congreso Mundial de Scholas Ocurrentes, 05/02/15).

Para el Papa Francisco la propuesta educativa debe estar encausada a una formación integral que esté atenta al entorno, al contexto para poder captar los desafíos que se presentan a la humanidad. Para el Papa Francisco los maestros deben ser capaces de advertir a los alumnos que no se desconecten de la realidad que les rodea, porque es necesario que sus mentes dejen la clase y que sus corazones se conecten con la realidad (cfr. Discurso en el Encuentro con el mundo de la enseñanza. Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Quito, 07/07/15). De allí que, en la exhortación Christus Vivit, el Papa Francisco haya hablado de “escuelas y universidades en salida”, las que asumen la tarea del anuncio, de la cultura del encuentro, de la opción por los descartados (cfr. Christus Vivit, n. 222). Finalmente, podemos concluir que para el Papa Francisco la educación siempre tubo y tendrá un potencial transformador tanto en las personas como para la sociedad en general.

Un modelo y concepto educativo como el que hemos señalado a la luz del pensamiento del Papa Francisco nos permite concluir que la educación está al servicio de una búsqueda de sentido de la fraternidad y el respeto por el medio ambiente, a estar abierta a practicar todos los días una cultura del encuentro y no del descarte y mucho menos a confinarse en el egoísmo, porque la educación siempre tendrá un potencial liberador. La restauración de la humanidad reconciliada consigo misma y con el planeta sólo será posible a través del servicio educativo que brindarán muchos actores: familia, gobierno, instituciones educativas y sociales, maestros y los propios estudiantes.

¡Y esto es posible!