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La U. Rosario impulsa la investigación en informalidad para ayudar en la creación de políticas públicas que combatan el problema
La Facultad de Economía de la Universidad del Rosario y la Alianza EFI desarrollarán el 20 y 21 de octubre en Bogotá la tercera versión de la Conferencia de Economía de la Informalidad 2022. Este es el evento más importante del tema, al que asistirán investigadores del mundo para presentar y discutir sus hallazgos sobre la problemática.
La meta es que desde diversidad de enfoques se impulse al debate y se diseñen políticas públicas para conformar una economía formal e inclusiva. LR, habló con Juan Miguel Gallego, profesor del Rosario y director científico de Alianza EFI, para conocer cómo se puede tratar el tema en Colombia, donde según las más recientes cifras del Dane, la informalidad llegó a 43,4% en el trimestre de enero a marzo.
¿Cómo la Alianza EFI aporta al problema de informalidad?
La Alianza EFI por una Economía Formal e Inclusiva es uno de los ocho ecosistemas de Colombia Científica financiado por el Gobierno, en el marco de construcción de grandes llamados para financiar investigación en ecosistemas, que permitan la vinculación de actores del sistema de ciencia, tecnología e innovación universitarios o de centros de investigación regionales.
¿Qué financiación tienen?
El Gobierno financió los ecosistemas en cinco puntos que vienen de los retos de la Misión de Sabios. Nosotros estamos en el foco sociedad. Fue asignado en el 2018 y ahí logramos formar una alianza donde El Rosario es ejecutor y responsable del desarrollo, para encontrar problemas y diagnosticar el concepto de inclusión social y productiva de la informalidad. Recibimos $18.000 millones del Gobierno hasta 2023, a través de un crédito con el Banco Mundial, e instituciones privadas que están dentro de la Alianza aportaron $13.000 millones.
¿Qué tipo de actividades han desarrollado?
Partimos de entender el fenómeno en un espacio más amplio que incide en los hogares; en el sector productivo, y en los espacios geográficos. Tenemos otros tres proyectos más teóricos, que nos permiten dar los debates económicos y entender por qué ocurren estos fenómenos y con esto construimos una metodología más estándar. Es decir, con información secundaria, encontramos problemas y diagnosticamos cómo la informalidad puede afectar la generación de ingresos o la estabilidad laboral.
¿Qué logros han tenido?
Logramos un diagnóstico de los problemas de informalidad en los ámbitos laborales, empresariales y agrícolas. Pese a que es algo que existía hemos, por ejemplo, en el sector urbano o en los asentamientos empezado a relacionar esos diagnósticos con otras variables y hemos visto cómo afecta esto el sistema productivo. Así es posible que logremos migrar de políticas de formalización estándar hacia una que mire más la productividad.
Por ejemplo, con la recolección de información en la encuesta a agricultores cafeteros junto con la Federación de Cafeteros analizamos que hay una falta de inclusión financiera del pequeño agricultor y eso genera que su productividad sea baja. Con este diagnóstico buscamos ayudas bancarias para que así mejoren su productividad.
Otro tema es fortalecer las capacidades institucionales para la docencia, la academia y la investigación.
¿Cómo pasar de la investigación a políticas públicas?
Partimos de que no solo estamos viendo la política pública a nivel nacional, sino a nivel local. Un ejemplo con la Universidad del Quindío es que construimos el Centro de Pensamiento para Políticas Públicas del Eje Cafetero, donde se diagnostican y participan en la discusión de políticas las cadenas productivas.
También trabajamos con los Observatorios de mercado laboral, que son un punto de diagnóstico para generar políticas laborales más claras, en capacitación y les presentamos medidas más coordinadas.
Tal vez una solución mágica es imposible, pero analizando los micro sectores ¿cuáles son las necesidades urgentes?
Al tener un concepto de informalidad más amplio podemos definir acciones diferenciadas. Lo primero es cambiar un concepto de política: no es atacar la informalidad, es decir reducirla a cero, sino entender que eso es imposible y que tiene consecuencias muy graves. Un ejemplo es Sudáfrica, que por Decreto redujo la informalidad y eso se pagó con tasas de desempleo altísimas.
Eso no quiere decir que no se puedan hacer cosas. Podemos entender que la informalidad es un concepto continuo, donde no necesariamente toca que todos sean formales, sino qué hay que crear estrategias de transferencia tecnológica o de mejoras de innovación y organizacionales en las empresas que no son identificadas como informales.
Si vemos la informalidad en un espectro más amplio no necesariamente es negativa, es ver cómo fortalecemos la capacidad de ingresos que a futuro es lo que nos interesa.
Eventos como el que vienen, ¿cómo impulsan este trabajo?
Al ser un fenómeno muy arraigado en América Latina se puede aprovechar investigación de la región. Esto nos permite tener referentes sobre si los diagnósticos locales tienen sentido.
¿Qué metas tienen?
La sostenibilidad del programa. Estamos construyendo el Centro de estudios para la inclusión formal y productiva basado en la Universidad para recoger las capacidades del laboratorio de economía experimental, procesar grandes datos y seguir avanzando. Además de entregar resultados en política pública buscamos mantener la discusión, el programa y las soluciones por una década.
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