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A mediados de año, cuando el debate sobre la pertinencia o no de los Día sin IVA estaba en pleno furor, el gerente comercial de Pei Asset Management, Alejandro Alzate, aportó un interesante dato estadístico a la discusión que vale la pena citar para esta época del año: el top cinco habitual de los meses con mayor dinamismo comercial en Colombia, es decir, el calendario en el que más se vende en el año, se alteró por cuenta de dichas fechas en las que se levantó el cobro al Impuesto del Valor Agregado (IVA).
De esta forma, se pasó del escalafón tradicional de: diciembre, noviembre, junio, mayo y enero, el cual está atado a las fiestas navideñas, el Black Friday, el Día del Padre, el Día de la Madre y las rebajas de inicio de año, respectivamente; al seriado de: diciembre, noviembre, octubre (mes con uno de los días sin IVA), junio y mayo.
Este breve contexto sirve para destacar que, indistintamente de los estímulos privados o públicos para incentivar el consumo de los hogares, ya sea por motivos de reactivación económica o de simples estrategias comerciales por parte de las empresas, diciembre ha sido y sigue siendo el mes por excelencia en cuanto a la demanda se refiere, especialmente en el plano doméstico.
Por eso, resulta pertinente observar cómo se traduce este comportamiento a una industria tan transversal como la del descanso: colchones, almohadas y cobijas, entre otros artículos. Lo primero a mencionar es que, si bien no existe una estadística consolidada ni se tiene un registro oficial unificado, en el sector se estima que la venta local de colchones está por el orden de los cuatro millones de unidades por año, lo que equivale a una media de cerca de 330.000 referencias al mes.
De ese total anual, se ha podido identificar que alrededor de 40% todavía proviene del mercado informal: sitios con cadenas productivas poco industrializadas que no garantizan la suficiente calidad y seguridad en los procesos ni los materiales, en los que la prioridad está en fabricar un producto de muy bajo costo.
Ahora bien, pese a que los cuatro millones anuales es un volumen importante, el promedio de rotación de un colchón en Colombia es comparativamente inferior al del resto de países, incluso, a nivel regional.
Para hacerse una idea, la idiosincrasia de nuestro país ha llevado de alguna manera a concebir este bien como una pieza hereditaria, a tal punto que los estudios de mercado indican que un colchón en la geografía cafetera tiene un ciclo de uso de entre 12 a 14 años, mientras que en naciones como Brasil estos se reemplazan usualmente a los siete u ocho años.
Así mismo, es de señalar que desde la industria se tienen identificados cinco escenarios que provocan la decisión de adquirir un nuevo colchón: independizarse, mudarse, casarse, divorciarse y por motivos de la vida útil del bien que, por temas culturales, rara vez se hace cada seis años, como es recomendable.
Sin embargo, y aquí es donde está el vínculo con la temporada decembrina, en el fin de año y enero también es costumbre cambiar de colchón, al igual que como se hace con otros muebles de la casa, como el sofá, el comedor o, incluso, los cuadros.
Es una especie de “año nuevo, vida nueva”, que encarna el simbolismo de asumir nuevos desafíos y metas, lo que a la larga hace mucho sentido, ya que un buen descanso impacta directamente en el bienestar y la salud del individuo, impactando, tanto a la industria como al dinamismo del consumo en 2023.
Las nuevas generaciones han obligado a las marcas a ser mucho más auténticas y transparentes, lo que permite que la inclusión sea más que un "lavado de diversidad"
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