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Esa oportunidad no solo va de la mano de aumentar la exploración y reservas petroleras el país, si hay éxito en los hallazgos, sino del espacio de cuestionar cómo está el esquema de licenciamientos en Colombia y qué tan fuerte son tanto el Ministerio de Ambiente, como la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (Anla), para asumir esa tarea.
A esto se suma el chance que tendrán las empresas para evaluar cómo está su capacidad financiera y de ejecución para asumir los altos costos económicos, sociales y ambientales que tiene esta actividad.
De un lado, senadores como Jorge Robledo y Maritza Martínez, han planteado los problemas que han tenido sectores de minas, energía e infraestructura, para ejecutar obras, tanto por la demora en los trámites como los vacíos en la regulación de consultas previas. También alertaron sobre los riesgos sismológicos y los movimientos de suelos que se pueden presentar en las zonas donde se aplique la perforación.
Hay estudios que evidencia que esta tecnología causa una microsismicidad en las áreas, sin embargo, la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP), asegura que esos movimientos no llegan hasta la superficie.
Del otro lado de la historia está el Gobierno que, representado por el ministro de Minas y Energía, Tomás González, asegura que se han preparado con una regulación ”rigurosísima”, para evitar que el fracking cause daños ambientales. También explicó que por años se han estudiado las experiencias internacionales y han trabajado con expertos de otros países, para reglamentar las licencias que entregaran a las empresas.
Pero el mayor artífice de esa tarea será el Ministerio de Ambiente, que tendrá que ponerle la lupa a las solicitudes. El ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, señaló que para ello se necesita una reingeniería en los procesos internos de la Anla, para se pueda avanzar más rápido y con mejores resultados. Algunos de esos pasos ya se están dando, pues Vallejo dijo la semana pasada que van a reformular la metodología de licenciamiento y recortar los tiempos de aprobación.
Ese proceso ya genera confianza entre algunas empresas como Ecopetrol, que solicitará los permisos ambientales para realizar la fracturación hidráulica en algunos de sus pozos. Pero el Gobierno espera que a la petrolera se le unan más compañías.
Proceso de estimulación y producción
Luego de la perforación (ver gráfico), la estimulación hidráulica consiste en inyectar un fluido a la capa objetivo que contiene el hidrocarburo, que debido a la alta presión crea microfisuras en las formaciones rocosas, lo que permite la liberación del crudo o gas. Luego, el fluido de retorno es separado en superficie y el agua puede ser utilizada en nuevos proceso de estimulación o tratada hasta alcanzar un nivel de calidad establecido en la norma ambiental. Finalmente, terminado el proceso, todo el equipo se retira para introducir una pequeña válvula que comenzará la producción hasta por 30 años, dependiendo de la capacidad del pozo.
Las Opiniones:
Tomás González
Ministro de Minas y Energía
“Estas críticas deben ir de la mano de los técnicos que conocen del proceso”.
Gabriel Vallejo
Ministro de Ambiente
“Debemos hacer una reingeniería en los procesos internos de la anla, para ser más eficientes”.
