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Colombia y Ecuador: lo que preocupa a los empresarios

lunes, 23 de febrero de 2015
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Cualquier medida arancelaria implica una desventaja competitiva y una posible pérdida de participación en el mercado,  en este caso el ecuatoriano ha sumado una vital sensibilidad ante las dificultades de exportar a Venezuela. 

El peligro está en que estas medidas externas generan mucha angustia entre los empresarios porque entre la escalada de impuestos internos que cada año el gobierno impone sin plantearse una clara reducción del gasto público en burocracia y sobrecostos de cerca de 30% por el mal estado de nuestras carreteras, la gasolina más cara del mundo (US$1,5 por galón), retrasos por tramitología y, de ñapa, gastos de seguridad para acompañar la carga y evitar atracos en las carreteras,  se carcomen los márgenes de ganancia y la capacidad competitiva de nuestros empresarios en los mercados internacionales.  

El ser vecinos, nos obliga a entender las dos caras de la moneda. Por su parte, Ecuador tiene serios problemas de liquidez por las siguientes razones: una economía dolarizada cuya principal importación es su misma moneda, barcos cargados de dólares y moneditas. Esto implica la limitante de no tener una política monetaria que permita hacer ajustes. Con la caída de los precios del petróleo si en octubre del año pasado Ecuador debía US$50, ahora debe US$100 y como si fuera poco, tiene una alta deuda externa a pagar con vigencias futuras, que ha sido invertida en magníficas obras de infraestructura, ocho hidroeléctricas, interconexión de fibra óptica, mejoramiento de condiciones portuarias y aeroportuarias, amén de un importante gasto social para mejorar el acceso de la salud y de la educación. 

Si nuestro vecino no toma todas las medidas para defender su economía, se quiebra. Aunque no nos guste a los colombianos y que haya una discusión jurídica porque las decisiones de  Ecuador no se apegan a la normatividad de la Comunidad Andina de Naciones, para los expertos es coherente tratar de evitar la salida de divisas, hacer una política muy fuerte de protección e incentivos a la creación de empresas y generar un cambio profundo en su matriz productiva  para  asegurar la viabilidad económica y social de sus connacionales. Medidas que en el largo plazo le aseguran a nuestros empresarios exportar a un país que tiene capacidad de pago. 

Desde la perspectiva colombiana, es justo reconocer que ante esta situación de negociación “dura”, el Ministerio de Comercio hizo una importante gestión, que sea esta una oportunidad para exaltar y apoyar. Partimos de un panorama cerrado y los negociadores lograron desmontar la salvaguardia desde el 7 de febrero para todas las materias primas y bienes de capital y desde fines de febrero se supone que se desmonta esta medida que colocaba en una situación discriminatoria a Colombia.  Ecuador por su parte, adoptará otras medidas arancelarias para todos los productos importados. Uno de los logros más importantes de esta negociación es la ratificación de las condiciones y reglas para el reconocimiento automático de los certificados de conformidad  de producto, expedidos en el territorio de cualquiera de las partes, y evitar obstáculos técnicos al comercio.

Lo que preocupa a la Cámara como facilitadora del comercio entre los dos países es el cambio frecuente de medidas y de criterios en temas sanitarios,  requisitos de calidad, etiquetado, temas aduaneros. Nuestros empresarios requieren una mayor seguridad jurídica y que las normas contemplen períodos de transición para su aplicación. 

En no pocos casos, la queja de los empresarios radica en que los funcionarios en fronteras están alejados de las administraciones centrales de las entidades, no conocen la norma y la aplican de manera subjetiva a su peor criterio, solicitando información que no les compete demorando  los trámites e incrementando los costos, y como estos los asumen los empresarios sin protestar, no hay dolientes en nuestros gobiernos. Si a todos nos cuesta la ineficiencia, esta podría disminuir.

¿Cómo quedan nuestras relaciones con Ecuador y Colombia después de todas las medidas arancelarias? Por encima de estos hechos, hay un trabajo muy significativo de los gobiernos en los últimos años. Desde el sector privado, esta iniciativa la apoyamos porque permite establecer dónde están los objetivos supremos. A Colombia y Ecuador, no les queda más remedio que convivir en armonía y mejor, si planteamos nuestras relaciones  diplomáticas y comerciales de manera solidaria.   

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