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Agroindustria entre los retos del PTP

sábado, 15 de febrero de 2014
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Carolina Lorduy

Cuando el Gobierno Nacional decidió lanzarse a la innovación en materia de política industrial y creó el Programa de Transformación Productiva (PTP), muchos sectores se sentaron a soñar y a calcular cuáles serían los niveles de exportaciones, de generación de nuevos empleos, de inversiones, que alcanzarían una vez superados los obstáculos que estaban frenando -e incluso haciendo retroceder- la productividad y, por ende, la competitividad.

Se habló con entusiasmo de llevar a esos sectores a ser de clase mundial (o al menos regional, digo yo), de generar encadenamientos y, vía la teoría de juegos con el gana-gana como meta, liberar de tensiones a las cadenas y en lugar de que sus diferentes eslabones se siguieran mirando de frente en posición de partido de rugby, ponerlos a todos a mirar hacia el mismo lado -más tipo carrera de relevos, donde cada quien hace lo suyo para que al final gane el equipo-.

En el sector agroindustrial, fueron seis las cadenas que merecieron entrar al PTP. Unas antes, otras más recientemente.

Habiendo visto y vivido el proceso desde el primer día, me atrevo a decir que para estos seis subsectores, el programa, que venía de capa caída por diferentes razones pero principalmente, por el desgaste propio del esquema en que se planteó, en el que funcionarios de una entidad tienen la dura tarea de mover, y entusiasmar, y comprometer, a sus pares de otras entidades- viene recobrando vida y, ojalá, su motivación original: poner a Colombia a competir en la arena internacional con unos productos “campeones” que generarían una reconversión de actividades poco productivas hacia estos sectores de talla internacional.

En la realidad, el “renacer” del PTP, al menos en el sector agroindustrial, afronta muchos y muy diversos retos. Pasada la etapa de aprendizaje que, reconozcámoslo, podría haber sido un poco más corta y con menos diagnóstico y más acción, nos llegó la hora, tanto al sector público como al privado, de aplicarnos. Sería recomendable incluso hacer un alto en el camino, evaluar conjuntamente el estado actual de cosas y enderezar el camino, si esa es la conclusión del ejercicio.

De igual importancia es reconocer -y actuar en consecuencia- que el país en el que se inició este proceso era un país distinto al que tenemos hoy. Sí, en menos de cinco años Colombia dejó de ser una economía con una apertura comercial y una integración regional incipiente a ser uno casi completamente abierto al mundo. Dejar definitivamente atrás la era en que producíamos para auto-abastecernos, con un mercado nacional asegurado y obteniendo la plusvalía propia de ese esquema, y entrar en la arena de la competencia internacional.

El PTP, concebido para cerrar las brechas de competitividad de los sectores que atiende, se vio de repente abocado a asumir la vocería y la gestión de una serie de falencias estructurales que, además, en su mayoría, no pertenecen al ámbito comercial, por lo cual no hacen parte de su capacidad de gestión.

Lo que sí se vislumbró, pero no se resolvió, era que la existencia del PTP iba a generar cierto resquemor de parte de las entidades del Estado. Digamos que este asunto, enhorabuena, ya está siendo superado. En particular, hay que reconocer al Ministerio de Agricultura y al Departamento Nacional de Planeación una nueva actitud, constructiva, positiva, que aporta, que vela por los bienes jurídicos que les corresponde tutelar pero conscientes de que el campo y la industria son interdependientes, y que no se puede sacrificar uno para el beneficio efímero del otro.

Para ello, el principal reto del PTP, y en el que dedicada y pacientemente ha trabajado, es lograr consolidar un liderazgo nacional como ente del Gobierno encargado de la competitividad sectorial de unos sectores en particular. Tarea nada fácil dada la tendencia de cada quien a liderar, dirigir y decidir lo “suyo”.

Los resultados de esa ardua labor felizmente empiezan a verse y en el sector agroindustrial vemos hoy en día un conjunto de entidades del estado comprometidas con sacar adelante los planes de trabajo y las iniciativas de estos sectores. Superada esa primera etapa, o incluso de forma concomitante, el PTP debe revisar sus objetivos, metas y líneas bases iniciales y, poniendo en práctica lo aprendido, reformular los planes de acción en aquellos sectores en los que éstos ya tienen varios años.

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