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Analistas 24/04/2020

El emprendedor en el funcionario

Yaroslav Delgado V.
Economista y especialista en Gobierno del Externado
Analista LR

Dadas que las actuales medidas generadas a causa de la pandemia del covid-19 han hecho que muchas industrias y sectores busquen la mejor manera de reinventar los productos y servicios ofrecidos, se plantea en esta columna que el concepto de reinvención se aplique también a la figura del funcionario público. Entendiéndose este planteamiento como una de las conclusiones de la situación dramática que está viviendo la humanidad, y esperanzados en que después de superada la contingencia, no volvamos a la vida cotidiana sin aplicar cambios.

Puntualmente, el funcionario público deberá propender por renunciar a las malas prácticas cotidianas y tratar de dejar a las generaciones venideras un concepto más limpio de su función y mayor credibilidad en las instituciones públicas.

Ahora bien, con el ánimo de tomar acciones en estas épocas de cambio, quiero resaltar dos principales características que un trabajador necesita para reinventarse como funcionario público: En primera instancia me remito a la confianza, y para poder construirla un trabajador debe tener intrínseco en su actuar valores personales no negociables como por ejemplo, la honestidad, el compromiso, la responsabilidad, entre otras. En segunda instancia la reinvención del funcionario público tiene que ser despertando su espíritu emprendedor donde los valores de resiliencia y adaptación al cambio estén a flor de piel.

Volviendo unos años atrás, esto me hace recordar experiencias profesionales en el sector del emprendimiento, que me permite asociar al trabajador público con el emprendedor cotidiano. Porque ambos perfiles parten de dos requisitos iniciales: El primero es que siempre se tienen recursos limitados para desarrollar su función y el segundo es que con ello se buscan realizar cambios estructurales e impactos sociales a gran escala. Por tal motivo, el valor agregado del planteamiento de la reinvención del funcionario público recae sobre la base de que esta debe ser construida por medio de despertar el espíritu emprendedor en el servidor.

De forma tal que hoy se hace imprescindible que los servidos públicos respondan de manera acertada a la coyuntura. Improvisar en esta época es similar a un delito penal de las más graves consecuencias y pareciese que esto fuera indiferente para algunos de nuestros mandatarios.

En consecuencia, yo no veo un camino distinto de cambio que no sea tener emprendedores jóvenes en política y en la administración pública. Líderes que quieran y hagan de la administración pública un medio ágil, eficiente, transparente, participativo, orientado a resultados, respetuoso con el ciudadano y presto a su servicio. No es permisible que en estas épocas de pandemia se anuncien innumerables ayudas y que ellas sean aprovechadas por grupos políticos para seleccionar los beneficiarios, no es permisible que existan sobre costos en los productos contratados, no es permisible que en estas épocas no exista un trabajador público que no esté entregado a la misión de la institución.

El país demanda a gritos emprendedores con pasión por el servicio público en donde los ciudadanos los nos vean como sus aliados. Jóvenes servidores públicos o políticos que sean creíbles, pero sobretodo, confiables, cumpliendo con la labor pública con diligencia y eficiencia. Colombia necesita que sus funcionarios contribuyan a derrotar el individualismo y que defiendan con pasión los intereses colectivos. Es la única manera de garantizar a las futuras generaciones una sociedad más solidaria, afectuosa y humana.

Finalmente, Colombia necesita como Estado construir una identidad de nación y la única forma de hacerlo es construyendo sobre la suma de las actuaciones de sus servidores públicos, políticos y ciudadanos. Y en mi sentir, esa responsabilidad no puede recaer en nadie más que en los jóvenes emprendedores con pasión por el servicio público.

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