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La banca y la tecnología han estado coqueteando desde hace varias décadas y parece que gracias a la pandemia por fin lograron comprometerse. Pero este matrimonio apenas empieza y aun falta superar importantes retos culturales y de infraestructura para que puedan consolidarse como una pareja estable y explotar todo el potencial de sus alianzas y colaboraciones.
En este sentido, es indudable que los últimos dos años los bancos vivieron un retador cambio de paradigma. Las limitaciones de la presencialidad generaron una aceleración en la digitalización de canales de atención y la oferta de servicios financieros. De acuerdo con un informe de Infocorp, 86% de los bancos aceleró sus iniciativas de digitalización y 40% aumentó su inversión en tecnología a raíz de la pandemia.
Las entidades bancarias reenfocaron sus esfuerzos en ampliar sus capacidades tecnológicas para atender a la mayor cantidad de clientes posibles a través de canales digitales y se estima que entre 2020 y 2021 las transacciones digitales globales aumentaron en cerca de 40%.
La mayor disponibilidad y acceso a datos también incentivo la creación y diseño de servicios financieros cada vez más personalizados, enfocándose en poblaciones como pymes, emprendedores y mujeres, entre otras. Además, las circunstancias obligaron a muchos a pasar de la resistencia al empoderamiento en temas tecnológicos, generaciones como los baby boomers dejaron de lado la desconfianza y los prejuicios para acercarse a los canales digitales de sus bancos, de acuerdo con un estudio de Euromonitor entre 2020 y 2021 45% de los adultos mayores de 60 años usaron algún servicio de la banca móvil al menos una vez a la semana.
Las entidades reenfocaron sus esfuerzos en ampliar sus capacidades
Las restricciones económicas de aquellos primeros meses de pandemia acompañados del impulso tecnológico también crearon usuarios más empoderados de sus finanzas. Presentaron un mayor interés en estudiar e informarse para ahorrar e invertir mejor su dinero para optimizar su posición financiera, un aspecto en el que la tecnología también estuvo presente a través de plataformas amigables y sencillas que facilitaban las inversiones en el mercado de valores, por ejemplo. Además, la población bancarizada sigue aumentando, sobretodo en regiones como Latinoamérica, y entidades tanto tradicionales como del sector fintech han comenzado a brindar a sus consumidores a cada vez una mayor cantidad de herramienta para gestionar su dinero, brindándoles un mayor control y confianza.
De igual forma, el impulso de la tecnología y la necesidad de buscar nuevas oportunidades de financiación, entre otros, ha permitido que el sector fintech siga creciendo, restando protagonismo a la banca tradicional y dándole un mayor poder al usuario y a sus necesidades particulares, creando perfiles, productos y servicios cada vez más adaptados a sus necesidades personales o a sus ciclos de negocio. Lo cual sin duda es una realineación de los poderes y las fuerzas que rigen al sector financiero y un espaldarazo para que el usuario disfrute de mayor libertad, flexibilidad y agilidad al momento de gestionar su dinero.