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Analistas 18/05/2017

Con el agua al cuello

Sergio Mutis Caballero
Presidente Grupo Valor
La República Más
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  ¿Cómo prevenir tantos desastres en nuestro país? La falta de control a las edificaciones sin licencia de construcción y las tragedias humanas, económicas y sociales derivadas de las periódicas olas invernales, deben prevenirse. La reciente caída del edificio de Cartagena y la actual temporada invernal, han dejado más de 400 muertos.

La decisión del Procurador de suspender al Alcalde Duque de Cartagena por falta de efectivo control urbano, por haber permitido su administración que se construyera sin licencia el edificio Blas de Lezo, es un campanazo para fortalecer la prevención y el control a la informalidad. Pero, ¿habría que destituir a todos los alcaldes del país  por la misma causa, si se tiene en cuenta que cerca de la mitad de las viviendas de nuestros municipios se han edificado sin licencia de construcción?

Motivación del Procurador para su medida cautelar, incluye que en la tragedia del edificio mencionado, hubo fallecimiento de trabajadores al momento de su colapso. En las construcciones informales, edificadas en sitios inadecuados, en rondas de ríos, en taludes inestables, generalmente las tragedias se aplazan para cuando el invierno desborde los ríos o inunde las calles o para cuando se produzca un fenómeno natural que afecte o derribe dichas viviendas.

En Cali, por ejemplo, la oficina de Control Urbano recibe copia de las licencias de construcción ejecutoriadas y con ellas organiza su trabajo de control; es evidente entonces que, las edificaciones que se ejecutan sin licencia no hacen parte del programa. Juanchito, así como múltiples zonas y barrios de otras ciudades, de origen informal, están con el agua al cuello por el actual invierno. Lo anterior ratifica una de las conclusiones de mi columna pasada “Blas de Lezo”, que señaló que el control urbano solo se hace a las edificaciones formales.

Pues bien, las fuertes lluvias tienen en alerta roja a 28 departamentos y a no menos de 40 municipios, con preocupación sobre todo en zonas de viviendas de origen informal. La alerta cubre las riberas de nuestros principales ríos Magdalena y Cauca y algunos de sus afluentes, incluyendo poblados y cultivos. La tragedia supera la cifra de 6.000 familias damnificadas y podrá incrementarse según lo anunció el Ideam, máxime que las intensas lluvias se mantendrán hasta junio próximo. 

En Bogotá, a causa de los aguaceros, especialmente el del domingo pasado, se colapsaron varias vías y se reportaron emergencias por inundaciones y múltiples viviendas afectadas, por fortuna sin registro de tragedias humanas, lo que si sucedió en otras regiones del país. Las inundaciones en la capital tienen relación con urbanización informal, falta de capacidad del alcantarillado pluvial, basuras depositadas en canales de aguas lluvias, barrios que se encuentran por debajo del nivel de los ríos Tunjuelito y Bogotá.

Dos maneras de prevenir que el agua suba al cuello, vienen siendo: las obras adelantadas en el río Bogotá y su ronda hidráulica que después de la tragedia ocasionada por el fenómeno de La Niña en 2011, no han permitido inundaciones en sus zonas aledañas; y la construcción de viviendas formales que se está ejecutando como política de estado, con énfasis en los hogares de bajos recursos, disminuyendo su vulnerabilidad. La prevención sí se puede hacer, evitando así, tragedia tras tragedia.

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