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Analistas 13/07/2017

Un estilo gubernamental caótico

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más

Los gobiernos que tienen que interactuar con Washington, ya sea en calidad de socios o de adversarios, están teniendo que adaptarse al estilo gerencial poco convencional e impredecible de Donald Trump. La propuesta electoral de perturbar la forma tradicional de toma de decisiones está siendo puesta en práctica como una política deliberada. Las premisas del andamiaje institucional liderado por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial para promover la cooperación internacional en temas comerciales, financieros y de seguridad están siendo descalificadas. Como alternativa, se ha esbozado de manera errática un escenario mundial de competencia despiadada de intereses conflictivos y un nacionalismo extremo que se manifiesta en el eslogan America First. Los elementos comunes de ese esquema incluyen la Islamofobia, la hostilidad hacia los inmigrantes y el proteccionismo.
Una de las constantes de la actual administración es la aversión visceral a todo lo que se identifique con el legado del expresidente Barack Obama. En materia internacional, eso condujo a repudiar la participación de Estados Unidos en la Asociación Transpacífica y en el Acuerdo de París sobre cambio climático; a cuestionar la conveniencia de continuar en el Nafta; y a dar marcha atrás a la normalización de relaciones con Cuba. En materia doméstica, se intenta desmantelar la reforma de salud de Obama, sin tener una fórmula viable para remplazarla. Se están dejando sin efecto las medidas encaminadas a reducir la contaminación ambiental y a proteger los derechos de las minorías.
La otra constante es la determinación de asegurar que el desempeño de la labor presidencial coincida con el propósito de contribuir a la prosperidad familiar. Los conflictos de interés y la percepción de indelicadeza que surgen de esta coexistencia entre el servicio público y el interés privado no parecen ser motivo de preocupación. Es una situación que se asemeja más a las costumbres de los emiratos del Golfo Pérsico que a las que prevalecen en las democracias occidentales.
El ejercicio de la presidencia como si se tratara de una empresa familiar introduce ciertas peculiaridades al funcionamiento gubernamental. La incorporación de su hija Ivanka y su yerno, Jared Kushner, al staff de la Casa Blanca, con múltiples responsabilidades y acceso privilegiado a la Oficina Oval, crea confusión y da lugar a fricciones con los miembros del gabinete. Los diplomáticos extranjeros se esfuerzan por entender cómo se toman las decisiones, y con quién deben tratarse los temas que conciernen a sus gobiernos.
Lo que se desprende de las medidas adoptadas en los primeros meses de gobierno es que, más allá de las diferencias de estilo, lo que ha tenido lugar es un cambio en la forma de concebir la responsabilidad de Estados Unidos con la estructura existente de gobernabilidad multinacional. El giro hacia el aislacionismo nacionalista de Trump deja un vacío en el liderazgo de Occidente. La defensa de los valores de la democracia liberal, la sociedad incluyente y la economía abierta han quedado a cargo de Angela Merkel, Emmanuel Macron y Justin Trudeau.

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