Evaluar las perspectivas de la economía colombiana requiere tener en cuenta la incidencia de factores externos. Perturbaciones severas de la economía internacional en el siglo pasado ocasionaron trastornos en los intercambios comerciales y en los flujos financieros del país. Los fenómenos internacionales previsibles en 2013 revisten una menor intensidad. No obstante, la incertidumbre que existe acerca de ciertas variables externas gravita sobre el nivel de actividad y reduce el margen de maniobra de la política económica.
La mayor integración en la economía mundial ha tenido beneficios de distinto orden para el país. La relación entre la inversión y el PIB se ha fortalecido, con efectos positivos para el crecimiento y el empleo. Se han abierto nuevos mercados para una oferta exportadora que se ha diversificado. El proceso de apertura comercial ha incentivado la modernización tecnológica y gerencial de las empresas, y las ha estimulado a proyectarse hacia el exterior.
Durante el periodo 2003 a 2010, las condiciones externas fueron particularmente favorables para Colombia. El comportamiento de los mercados internacionales de commodities se tradujo en una notable mejoría en los términos de intercambio del país; la relación entre los precios de las exportaciones y las importaciones. Dicha mejoría contribuyó a aumentar el ingreso nacional. La caída en los precios internacionales de productos primarios relevantes para la oferta exportable colombiana ha reducido la contribución de la demanda externa al ritmo de crecimiento. Esa coyuntura pone de presente la necesidad de privilegiar las exportaciones de manufacturas y de productos agropecuarios distintos de los tradicionales.
La interdependencia económica ofrece ventajas y brinda oportunidades, pero también lleva implícitas ciertas restricciones. El mayor grado de apertura de la economía la ha hecho más sensible a las oscilaciones externas, lo cual crea retos al diseño de las políticas públicas.
La economía mundial sigue afectada por las secuelas de la crisis de los años 2007-2008. La recuperación de las naciones industrializadas ha implicado un lento proceso de ajuste encaminado a recomponer los balances de los gobiernos, las entidades financieras y los hogares. Estados Unidos registra una leve mejoría de la actividad económica y del empleo, debido, en buena parte, a la política monetaria expansiva de la Reserva Federal.
La recesión golpea con severidad a los países de la Zona Euro, para los cuales se proyecta una caída de 0.4% del PIB en el 2013 y un nivel de desempleo del orden de 12%. Los gobiernos que la integran no han logrado el consenso necesario para hacer viable la unión monetaria, en ausencia de una adecuada coordinación fiscal.
Este entorno puede enfrentarse en forma constructiva, fortaleciendo los fundamentales macroeconómicos, asignándole prioridad al aumento de la competitividad y manteniendo una política comercial abierta. Tanto las investigaciones comparativas como la evidencia empírica demuestran que los países con una orientación decidida hacia el comercio internacional logran un mayor crecimiento que los que enfatizan el proteccionismo. Una respuesta de conjunto a los vientos recesivos provenientes del exterior contribuiría a ampliar los horizontes del país.