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Analistas 17/06/2015

Celebraciones y Consecuencias

Rodrigo Botero Montoya
Exministro de Hacienda
La República Más
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Este año se estarán celebrando aniversarios de eventos que han adquirido significado histórico por las repercusiones que tuvieron sobre las libertades individuales, sobre determinados países y sobre las relaciones internacionales.  Su conmemoración sirve el doble propósito de recordar logros colectivos sobresalientes y de reflexionar acerca de las lecciones que ofrecen para el presente.  Como observaba William Faulkner, ‘El pasado nunca está muerto.  En realidad ni siquiera es el pasado’.

El 15 de junio del año 1215, se firmó en las cercanías de Windsor, Inglaterra, un documento conocido como Magna Carta, por medio del cual un grupo de barones rebeldes le imponían al Rey Juan una serie de limitaciones al ejercicio del poder absoluto.  Se estipuló que un hombre libre no podía ser privado de sus propiedades o de su libertad en forma discrecional; que debía existir pleno acceso a la justicia; y que el poder real debía estar sujeto a las leyes. 

El rey obtuvo que el Papa Inocente III declarara la nulidad del documento.  No obstante, los principios esbozados en un texto medioeval hace ochocientos años ingresaron a la tradición legal anglo-sajona como elementos fundamentales de las libertades democráticas.  El gobierno constitucional, el Estado de Derecho, Habeas Corpus y el imperio de la ley son conceptos que trazan sus raíces remotas a Magna Carta.

El 18 de junio de 1815, tuvo lugar en Waterloo, una población al sur de Bruselas, una sangrienta batalla en la cual el Duque de Wellington, al frente de un ejército británico en el cual participaban tropas belgas, holandesas y alemanas, derrotó al ejército francés comandado por Napoleón Bonaparte.  La batalla de Waterloo puso fin al intento de organizar a Europa bajo la hegemonía de Francia.  En su lugar se estableció un sistema de equilibrios entre las principales potencias europeas, en cuyo mantenimiento Inglaterra desempeñó un papel predominante durante el siglo XIX. 

Hace treinta años se formalizó el ingreso de España a la Comunidad Económica Europea, decisión que se tradujo en beneficios cuantiosos para su modernización económica.  El PIB por habitante pasó de US$ 4.700 en 1985 a US$30.900 en la actualidad.  Como afirma Martin Shulz, presidente del Parlamento Europeo: ‘… los españoles abrazaron con entusiasmo las libertades y los valores que Europa aportaba o reforzaba: la libre circulación de personas, la libertad de prensa, la lucha contra la discriminación, la igualdad y la solidaridad.’

En agosto de 1975,  como parte de la Conferencia para la Seguridad y la Cooperación en Europa, se suscribieron los Acuerdos de Helsinki por medio de los cuales las potencias occidentales reconocían el dominio que la Unión Soviética ejercía sobre Europa Oriental.  En su momento, esto fue percibido como un triunfo diplomático de Leonid Brezhnev.   Pero los Acuerdos también incluían unos compromisos acerca del respeto a los derechos humanos y al ejercicio de libertades civiles, políticas, económicas, sociales y culturales.  Las manifestaciones de reclamo por el cumplimiento de los Acuerdos de Helsinki habrían de conducir al colapso de los regímenes comunistas.

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